Por Onó, el insuperable ·
Para que el cambio perdure, nada mejor que asegurar la llegada a la costa electoral de las tres flores del PRO, aunque el populismo se empeñe en mostrarlas como un bouquet de ortigas.

Se hicieron rogar, tuvieron a la gente en vilo, pero al final le dieron el gusto a la entusiasta vecindad que apuesta al cambio: María Eugenia, Rodríguez Larreta y Mauricio, el lujoso adalid, están dispuestos a sacrificarse por un periodo más de gobierno, a postergar de nuevo sus carreras exitosas a más no poder en el mundo de los negocios, en la ejemplar actividad privada.
El anuncio lo había hecho en enero, con naturalidad, Horacito, con esa sobria estampa de gestor moderno y proactivo que lo caracteriza. Habló de una lógica que hoy está en boca de todos. ¿Cómo no festejar la buena nueva declarada con anticipación magistral por tan noble mensajero? Es para soñar despiertos, realmente. Una fiesta para la imaginación, un incentivo adicional para el optimismo. El jardín del cambio vuelve a florecer, ¡y por partida triple!

De ahora en adelante, el horizonte se abrirá a la ensoñación patriótica. Todas las ciudades del país dotadas de subtrenmetrocleta, los hospitales repletos de robots, la pobreza cero en los titulares de los diarios más prestigiosos del mundo… En fin, todo lo que ayer parecía aspiración al milagro, hoy se presenta como realidad al alcance del sufragio.
Es increíble pero, aun no siendo dignos de que el timbreo bendijera nuestras casas, una palabra atinada del Jefe de Gobierno porteño bastó para entusiasmarnos. Sucede que el cambio está en nuestras almas, así como la inflación en la mente de los pesimistas. Alcanza con leer a Martín Tetaz, un egregio ineludible, para entender cuestiones de esta laya; bien vistas y estudiadas, en el fondo son sencillas.
Lo único que podría empañar la fiesta preanunciada sería el inevitable 2023, con su despedida de sana alternancia republicana. La imagen del vecino agradecido, lloroso, que despide a los benefactores agitando el mismo pañuelo con el que secó lágrimas propias y ajenas, se superaría únicamente con la visión de la Argentina Potencia que, sin duda, los epígonos PRO-cambiemitas nos legarán, libre de demagogia y choriplanerismo por siempre jamás.
Sin dejar que la emoción se anteponga a las modernas artes administrativas, las personas de orden debemos preguntarnos si al fin podremos expresar nuestra confianza a través del voto electrónico. Que estas tres flores de la gestión lleguen a la costa de nuestros anhelos solo será posible si conjuramos el fraude electoral con el que históricamente, se sabe, los populistas han truncado el camino de las personas rectas y honorables hacia el gobierno.

Sea como fuere, ante semejantes precandidatos, debe primar la alegría. Los excesos reflexivos son dañinos. Ufanarse de espíritu crítico es tan negativo como aplicar la duda metódica. No son tiempos para cartesianismo alocado, el cambio apremia. Vecino, es un deber: las tres flores deben llegar a la costa. Que el entusiasmo no se pierda, el trío promete tomar la posta. Donde hubo globos, flores llegan. ¿O no?

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