Lo que el Estado deja de recaudar con beneficios exclusivos de los Jueces también es más de los que se invierte en llevar agua potable con Aysa a millones de argentinos.
Por Tomás Palazzo para Noticias La Insuperable
En estas épocas donde las emociones parecen ser más fuertes que la verdad, es bueno salir a aclarar dónde está realmente la «casta» y qué es inversión y qué es privilegio. Uno de los objetivos de los francotiradores de la palabra libertaria y cambiemita es, sin dudas, Aerolíneas Argentinas, la empresa estatal de bandera que tanto le costó recuperar a los argentinos.
Pero a la hora de hablar de números, son pocos los que saben que la excepción del impuesto a las ganancias del Poder Judicial, con los que la oposición, al parecer, no tiene ningún problema, significa más billetes que lo que el Estado invierte en Aerolíneas.
O más aún, que con lo que jueces millonarios que luego fallan con una desajustada balanza, se quedan en el bolsillo, se puede pagar toda el agua que, año a año, desde Aysa, se lleva a millones de argentinos. Pero, para Javier Milei o Patricia Bullrich, ese privilegio no parece ser algo que moleste tanto como que un argentino se pueda subir a un avión o tomar un paso de agua potable.
Así lo aclara una investigación del Observatorio de Coyuntura Internacional y Política Exterior (OCIPEx) en su cuenta de Twitter, donde señalan que «Según los balances de #aerolíneas en el #2022 el Estado invirtió $73 mil millones para garantizar la conexión aérea federal«. O que «En 2022 #AySA recibió $26 mil millones para gastos corrientes y $97 mil millones en transferencias para inversión«.
En tanto, «el #Estado dejó de percibir $129 mil millones porque una minoría privilegiada del #sistema #judicial ⚖️ no paga impuesto a las ganancias. Sin embargo, los “sueldos básicos” para un #juez de la #Corte #Suprema superan los $2 millones«.
Al parecer, hay «castas» que no molestan ni a Milei ni a Bullrich. Pero lo que sin dudas le fastidian, son tus derechos. Porque sin dudas, en este abanico de políticos que te quieren vender como que son «todos iguales», hay algunos que lo único que quieren es entregar al país. Y todavía no es tarde para darse cuenta.
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