LESA HUMANIDAD: Declaró Elisa Solís, esposa del desaparecido Luis Alberto Sosa, en el marco de la causa «Jefatura III»

Declaró Elisa «Taty» Solís, esposa del dasaparecido Luis Alberto Sosa.

Una testigo declaró hoy ante el Tribunal Oral Federal de Tucumán sobre el secuestro y desaparición de su esposo en 1977, en el juicio de lesa humanidad denominado «Jefatura III», que abarca a crímenes perpetrados en perjuicio de 237 víctimas, y es la tercera parte del universo procesal de la megacausa «Jefatura de Policía de Tucumán», en la que se investigan crímenes que tuvieron como epicentro los centros clandestinos de detención que funcionaron en la sede de la jefatura policial tucumana y en las instalaciones del Ingenio Nueva Baviera, que había cerrado sus puertas a la producción azucarera en 1966.

Elisa Solís fue la segunda testigo en prestar declaración hoy ante el Tribunal integrado por integrado por los jueces Noel Costa, Jorge Basbus y Federico Bothamley y contó lo que pudo saber sobre la desaparición de su esposo Luís Alberto Sosa.

Sosa era sociólogo y al igual que Elisa, quien es trabajadora social actualmente jubilada, se había recibido de la Universidad Católica de Santiago de Chile.

Ambos, durante su juventud en los años 60, formaron parte del partido Demócrata Cristiano, liderado por el abogado Arturo Ponsati, e iban a los barrios pobres a ayudar a construir viviendas.

“Para 1977 vivíamos junto a nuestros tres hijos pequeños en una casa ubicada en la avenida Juan B. Justo al 1239, habíamos renunciado a nuestros trabajos en la universidad y en la Dirección Nacional de Educación de Adultos (DINEA) donde fuimos protagonistas de un programa de alfabetización muy importante”, señaló la testigo y continúo “teníamos un emprendimiento, fabricábamos y vendíamos ropa deportiva. Nos iba bastante bien”.

La mujer relató que el 21 de junio ese año, alrededor de las 12, ella estaba cocinado papas fritas, “faltaba un rato para que esté lista la comida y Lucho, como le decíamos sus seres queridos, agarró las llaves del auto y me dijo ‘voy y vuelvo’. Esas fueron las últimas palabras que escuché de él, no lo volvimos a ver más”.

“Pasaron las horas y no volvía, en un primer momento no me preocupé, pensé que se había encontrado con un conocido o había pasado por el banco a hacer algún trámite. Fui sola a despedir a un tío que nos había ayudado con las telas para nuestro negocio y se volvía a Buenos Aires. Cuando volví a casa Lucho no había regresado, ahí empezó la búsqueda”.

Lo buscamos en comisarías, hospitales, Ponsati presentó un habeas corpus y al día siguiente pusieron una bomba en su casa”.

La mujer recordó que hacía poco tiempo atrás una amiga de la familia se había comunicado con Lucho para decirle que tenía conocimiento que su nombre estaba en una lista y “que nos teníamos que ir del país, pero donde nos íbamos a ir. Además, no habíamos hecho nada”.

Entre los trámites que realizó la mujer para encontrar a su esposo pudo contactarse y tener una reunión con el coronel Antonio Llamas, 2° comandante de la V Brigada de Infantería, “él era mano derecha del comandante Antonio Domingo Bussi”, dijo la mujer.

Tiempo después de esa reunión la llamaron porque habían encontrado el auto de Luís. “Me dijeron que habían encontrado el auto chocado en Vipos (una zona rural ubicada al norte de la provincia). Las llaves las tuve que buscar en la Jefatura de Policía y me las entregó (Roberto) ‘El Tuerto’ Albornoz. Tenía el mismo llavero que le había puesto Lucho, pero el auto estaba pintado de turquesa, le habían limado el número del motor y cambiado la patente. Lo terminé vendiendo como chatarra a un vecino, no podía usarlo, me generaba mucha angustia”, agregó.

El expolicía Roberto “Tuerto” Albornoz, fue condenado a perpetua por crímenes cometidos durante Operativo Independencia y la última dictadura cívico militar, murió en 2019 en prisión domiciliaria

Elisa contó que al entrar a una oficina de la Jefatura pudo ver muchos relojes acomodados en un banco “Lucho tenía uno cuando fue secuestrado, ahí tomé conciencia de que se trataba de un plan de exterminio y de todas las familias que estaban pasado por lo mismo que la nuestra”.

Según consta en el requerimiento de elevación a juicio Sosa luego de ser secuestrado fue llevado a la Jefatura de Policía de Tucumán, donde funcionó un centro clandestino de detención, y allí prestó declaración bajo tortura.

Su nombre figura en una lista elaborada por la Policía de la Provincia de Tucumán titulada ‘Índice de declaraciones de Delincuentes Subversivos´ e identificado con el alias Lucho, junto a la sigla ´DF’, correspondiente a ´Disposición final’, que indica que su ejecución fue decidida por la llamada ‘Comunidad Informativa de Inteligencia´’.

(Con información de Télam y Fiscales)


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