Final del Ajedrez Olímpico en el Gran Hotel Budapest (45th FIDE Chess Olympiad).

Por Polgarcito para Noticias La Insuperable ·
“El hombre verdadero es sosegado en la alegría
y sosegado en el sufrimiento y los pesares.”
-Johannes Brahms

A los 36 años pueden ocurrirnos cosas importantes. Johannes Brahms, por ejemplo, completó a esa edad sus famosas Danzas Húngaras (recomendamos aquí la apasionada versión grabada por Claudio Abbado y la Filarmónica de Viena: escuchen la Nro. 1 o la Nro. 5, y después me cuentan).
A esta misma edad aproximada, Belén Sarquis acaba de componer en Hungría algo grande también: con sus últimas movidas de ese rey danzante (¿habrá recordado entonces “la distancia de Karpov” para llevar al caballo rival?), aseguró una victoria decisiva para que Argentina superara a Serbia por la mínima e hiciera historia al terminar en el puesto 11 de la tabla de posiciones de esta dura cita mundial.

80.Rf5 y 1-0
Antes Candela había asegurado las Tablas de negras y Campos la victoria de blancas para disponer de las mejores chances. Los tableros 3 y 4 decidían la lucha. Borda Rodas perdió los nervios hacia el final, justo cuando había logrado igualar una posición difícil y, por primera vez en el torneo, rendía a su rey. Todo se definía con Belén… y esos caballos bailarines junto a peones que corrían en ambos flancos. La plegaria secreta al bueno de Johannes en Budapest fue respondida: desde algún lugar del cielo de los artistas, esa danza triunfante que todos deseábamos se completó exitosamente para la alegría merecida de nuestras chicas.
“Y jugar por jugar/ Sin tener que morir o matar/ Y vivir al revés/ Que bailar es soñar con los pies”
Y con las manos ahora también (podríamos agregar nosotros a los versos de Joaquín). Fue una sonata de piano a ocho manos en 11 rondas. Una serie de variaciones en los dedos de jugadoras jóvenes que soportaron la presión del comienzo, las que se levantaron luego de dos derrotas consecutivas, y las que sostuvieron el esfuerzo final hasta el último aliento de la cuarta y extenuante partida que coronó de manera heroica esta misión (im)posible.

La visión de un grupo que se hizo fuerte y homogéneo en la lejanía a medida que la senda se hacía camino al andar. El brillo de individualidades que superaron todos los desafíos imaginables: Candela en su debut olímpico (en el tablero 1 y jugando todas las rondas, nada menos) que sólo perdió una partida, Campos que resultó la más ganadora (con 7 victorias en 10 partidas), Borda Rodas que casi termina invicta e incluso con la ilusión de una medalla individual en su segunda participación a este nivel, y Sarquis jugando con un coraje sobresaliente en las rondas claves, cuando el equipo más la necesitaba… todo esto forjó una épica que será inolvidable para estas batalladoras del tablero bendecidas por el espíritu romántico de Brahms.
“Todo lo que es humano está sujeto a la vanidad humana”
Acompañó esta nueva aventura argentina la experiencia de Claudia Amura, alguien que alguna vez supo ser una niña plena y feliz ante el tablero.
Yo prefiero recordarla así, como una chica ajena a las celadas del poder, libre de los compromisos del mezquino mundo de los adultos, recibiendo el ajedrez con gratitud, como un don de Caissa y no como un expediente político o federativo. Ojalá ella también algún día vuelva a mirarse en el espejo de esa infancia ya lejana y recupere la memoria.
“Los besos que perdí/ Por no saber decir/ Te necesito”
Le pedí una vez a mi amigo de Andalucía que me definiera qué es un buen equipo de ajedrez. Respondió: “Es un conjunto de buenos jugadores en un buen momento, con un buen capitán y un buen ordenamiento de los tableros. Y algo más, que nadie sabe exactamente qué es, pero es lo más importante.”
Esta sentencia hermosa (no estoy tan seguro respecto a que habláramos entonces de las olimpiadas, y ni siquiera que nos refiriéramos al ajedrez de manera exclusiva… en realidad tampoco estoy seguro de haber hablado exactamente así con él, jaja) revela por qué India fue el claro campeón en ambas categorías, por qué algunos países (tan diversos como EEUU, China, Armenia, Uzbekistán o España) aparecen en ambos listados de los 12 primeros … y también por qué a nuestro equipo masculino le fue como le fue.


No alcanzó el meritorio debut de Sosa (8/11 Pts.), ni la solidez de Krysa (solo perdió 1 partida de 10), o los momentos de inspiración de Flores (¿cuándo fue la última vez que un argentino venció a un top mundial como Leinier Dominguez a ritmo clásico?). El triunfo ante Paraguay en la última ronda sólo alcanzó para no descender aún más en una tabla de posiciones final que nos ha acostumbrado en los últimos años a verlos en la tercera docena (esta vez estuvimos a poco de quedar hundidos en la cuarta).
Lo que, en el caso de las chicas en un momento dado, se insinuó como una sombra amenazante, en los muchachos se estableció como una penumbra permanente. Los miedos del día se acostumbran muy pronto a robar los mejores sueños de la noche.
“Nos quedamos por tener fe, nos fuimos por amar/ Ganamos algo y algo se fue…”
Escucho una canción de Charly. Pienso en los que no están (pienso en las palabras de ellos, antes y después de estas Olimpiadas). Pienso en Carolina, en Florencia, en Alan, en Sandro… Y sigo escuchando la voz del poeta que dice: “Y un barco viejo cruzando el mar de Sudamérica a Europa/ Sobre un espejo lleno de sal […] Huellas en el mar/ Sangre en nuestro hogar/ ¿Por qué tenemos que ir tan lejos para estar acá?”
“Si hay alguien aquí a quien no he insultado, le pido perdón”
La frase es de Oscar Wilde, pero la pronunció antes Brahms. Por mi parte he recibido algunas críticas (sólo algunas) debido a estas humildes crónicas: que la primera era muy dura con nuestros dirigentes y árbitros, que la segunda fue demasiado complaciente con nuestros jugadores (en particular, las chicas), que en la tercera desplacé a todos ellos en favor de Ivanchuk, etc.
Bueno, recuerden que los niños tenemos opiniones mudables. Y yo puedo cambiar fácilmente mis apreciaciones si antes, por supuesto, me sobornan con una rica milanesa acompañada de papas y huevos fritos, helados o cosas así… ¡Jajaja!
Además, todavía no soy lo suficientemente joven como para saberlo todo, ¿verdad? Les pido su indulgencia, especialmente ahora que he contado algunas cosas, pero sobre todo porque siguen quedando cosas por decir.
“A cara descubierta, el ser humano tiende a alejarse de sí mismo. Dale una máscara [un tablero de ajedrez] y te dirá la verdad”
Aquí Judit jugó 30…C4xd5! y la posición blanca se derrumbó
Mi amiga Judit también hizo algo importante con 36 años. Venció al último campeón mundial que le faltaba (el número 11 en su lista personal de víctimas en esta categoría especial), un tal Magnus Carlsen. Con esa misión completada, jugó un poquito más y decidió retirarse de los torneos oficiales.
“La competencia es para los caballos, no para los artistas”
Citó esta frase de Bela Bartok y me guiñó un ojo. Yo le regalé entonces a García y Sabina y ella me retribuyó con la música de Liszt y Brahms, el apasionado discípulo de Beethoven que recomendaba, paradójicamente, el sosiego.
Alejándonos de ese buen consejo, entre varias copas de muy rico vino húngaro, repasamos algo de nuestro amor compartido por Wilde y Chesterton y, por supuesto, reímos mucho, como los niños juguetones que seguimos siendo (“El trabajo es el mal de la clase bebedora”, dijo risueña… ¡Jajaja!).

Le prometí componer con el material de esta primera parte de nuestra charla un artículo breve como el que aquí vamos cerrando.
Lo que siguió aquella noche, el relato completo de nuestro reencuentro, lo referiré en una próxima nota. Tengan paciencia, queridos lectores. Recordemos aquello de que si hay algo que vale la pena hacerse, vale la pena hacerlo mal… ¡Incluso mal y lentamente, jaja!
Polgarcito

Desde Budapest- Hungría
28 de septiembre de 2024
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