Giro en el triple femicidio: los autores intelectuales serían los prófugos

La investigación por el brutal asesinato de Brenda del Castillo, Morena Verdi y Lara Gutiérrez dio un vuelco. Nuevas pruebas apuntan a que los verdaderos autores intelectuales del crimen serían cuatro narcos que aún están prófugos, y no los nueve detenidos —entre ellos “Pequeño J”, capturado en Perú—.

Por Ignacio Álvarez Alcorta para Noticias La Insuperable

Un nuevo rumbo en la causa

La trama del triple femicidio narco de Florencio Varela sumó en las últimas horas un giro que podría cambiar por completo el curso del expediente. Los fiscales Carlos Adrián Arribas, Lorena Pecorelli, Diego Rulli y Claudio Fornaro recibieron información clave que sugiere que los encargados de ordenar el asesinato de las tres jóvenes no serían los detenidos, sino los cuatro sujetos que aún permanecen prófugos.

Entre los que están tras las rejas se encuentra Tony Janzen Valverde, alias “Pequeño J”, de 20 años, arrestado en Perú, mientras que los otros ocho cómplices permanecen presos en Argentina. Pero las nuevas pistas, obtenidas a través de cooperación internacional, indicarían que la cadena de mando del crimen se originó más arriba, en los capos narcos que operan desde la ciudad peruana de Trujillo.


Una red criminal transnacional

La Fiscalía de Homicidios de La Matanza, junto con la Interpol y fuerzas policiales del Perú, trabaja para desentrañar el funcionamiento de la banda que habría ordenado el ataque. Según reveló Infobae, los fiscales argentinos recibieron los alias de tres de los fugitivos: Alex Ydone Castillo, Manuel Valverde y David González Mamani.

Dos de ellos serían jefes narcos de alto rango, actualmente con alerta roja internacional. Su identificación representa un paso crucial para establecer vínculos con los nombres que ya figuran en las declaraciones de los detenidos, especialmente la de Celeste Magalí González Guerrero, la imputada que decidió colaborar como arrepentida.


La testigo clave: Celeste González Guerrero

González Guerrero, quien alquilaba la casa de la calle Chañar donde fueron halladas las víctimas, sostuvo ante el fiscal Arribas que había prestado la vivienda a “Pequeño J” la noche del crimen, sin conocer sus verdaderas intenciones.

En su testimonio, que ahora cobra una nueva dimensión, la mujer identificó a los responsables del triple homicidio como “abuelo” y “papá”, apodos que coincidirían con algunos de los fugitivos señalados en las últimas comunicaciones internacionales. Los fiscales consideran que su aporte podría ser la pieza que conecte a los autores materiales con los cerebros del operativo narco.


Las nuevas imputaciones y el agravamiento de las penas

Mientras tanto, la Justicia ratificó la prisión preventiva para los nueve detenidos. A las acusaciones originales se sumaron nuevas calificaciones: homicidio por criminis causa y privación ilegítima de la libertad.

Sin embargo, la imputación central sigue siendo la de triple homicidio agravado por premeditación, alevosía y ensañamiento, en un contexto de violencia de género. La magnitud del delito y la brutalidad del hecho conmocionaron a Florencio Varela y reavivaron el debate sobre la penetración del narcotráfico en los barrios populares del conurbano bonaerense.


Un crimen que expone una red más amplia

Detrás del caso no sólo se esconde una tragedia de violencia machista, sino también un entramado criminal transnacional, donde los vínculos entre el narcotráfico peruano y las redes locales comienzan a quedar expuestos.

Los investigadores creen que el triple femicidio fue una ejecución por “venganza” o “mensaje” dentro de una guerra interna por el control territorial, más que un hecho aislado. En ese contexto, los nombres de Castillo, Valverde y González Mamani emergen como los posibles autores intelectuales de una masacre que todavía busca justicia completa.


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