El histórico grupo criminal nacido en las cárceles de Río de Janeiro cruzó la frontera hace años y hoy opera con redes financieras, empresariales y logísticas dentro del territorio argentino. Detrás de viajes turísticos, inversiones y contrabando, la organización logró asentarse con apoyo local y vínculos internacionales.
Por Ignacio Álvarez Alcorta para Noticias La Insuperable
El desembarco planificado
El arribo del Comando Vermelho a la Argentina no fue un accidente. Según reconstruyó la Justicia federal, la expansión del grupo formó parte de una estrategia de supervivencia y diversificación económica. A partir de 2021, tras una serie de duros golpes policiales en Río de Janeiro, una facción del histórico grupo criminal encontró refugio en el país, aprovechando la permeabilidad de la frontera y la débil supervisión sobre las operaciones financieras.
Desde entonces, la organización tejió una red económica y logística que combinó lavado de dinero, contrabando y operaciones con criptomonedas, con epicentro en Buenos Aires y ramificaciones en el Litoral.
Viajes “educativos” y lavado multimillonario
El caso estalló en septiembre de 2023, cuando la Justicia argentina desarticuló una estructura que operaba bajo la fachada de un programa turístico. Los líderes del Comando organizaban viajes “educativos” desde Brasil hacia la Argentina, utilizados para ingresar dinero en efectivo proveniente del narcotráfico.
Ese flujo de capital era canalizado a través de cuevas financieras porteñas, donde se transformaba en inversiones y activos legales. La organización tenía su centro de operaciones en una mansión de Nordelta y oficinas en Palermo, donde los allanamientos revelaron el verdadero alcance del esquema: 65 millones de pesos, 160 mil dólares, 25 mil euros y 30 mil reales, junto con documentación que acreditaba 425 operaciones en criptoactivos por un monto estimado de 520 millones de dólares.
El dinero sucio era blanqueado mediante el contrabando de metales ferrosos entre Argentina y Estados Unidos, y también con la compra de terrenos y la creación de empresas fantasma.
Juicios abreviados y condenas millonarias
Los involucrados fueron condenados mediante juicios abreviados, con penas de entre 3 y 8 años de prisión y multas por 2.460 millones de pesos. Pero para los investigadores, el caso dejó una señal más alarmante: el Comando Vermelho había logrado establecerse en la Argentina con una red estable de apoyo y financiamiento, incluso con propiedades rurales y pistas clandestinas en la zona de Santo Tomé, cerca de la frontera con Brasil.
El capítulo cordobés: armas y extradiciones
El segundo golpe contra la organización se produjo en febrero de 2024, cuando un operativo conjunto de la Policía Federal e Interpol culminó con la detención en Córdoba de Diego Hernán Dirisio, un argentino sindicado como el principal vendedor de armas del Comando Vermelho.
La captura se concretó en el barrio Cerro de las Rosas, mientras el acusado jugaba al pádel junto a su pareja, la modelo paraguaya Julieta Vanessa Nardi. Ambos tenían pedido de captura internacional emitido por Brasil y Paraguay. Desde entonces, permanecen detenidos en Córdoba capital, a la espera del proceso de extradición solicitado por la Justicia brasileña.
Una economía paralela que cruza fronteras
Los dos episodios, separados por apenas un año, exponen un mismo patrón: la consolidación de las redes del crimen organizado brasileño en la Argentina, que aprovechan la extensión fronteriza, las rutas comerciales y la falta de controles financieros para expandir sus negocios ilícitos.
El Comando Vermelho, nacido hace más de cuatro décadas en las cárceles de Río, ya no sólo trafica drogas o armas: hoy administra una economía paralela que busca anclaje en países vecinos.
Mientras las causas judiciales avanzan, los investigadores advierten que la infiltración del crimen transnacional en el sistema financiero argentino podría ser sólo la punta del iceberg de una estructura que combina violencia, capitales ilegales y una maquinaria económica con ambiciones continentales.
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