La Casa Real británica decidió cortar por lo sano: el rey Carlos III despojó a su hermano, el hasta ahora príncipe Andrés, de todos sus títulos y lo obligó a abandonar la majestuosa residencia de Windsor. La sombra del fallecido financista y abusador Jeffrey Epstein volvió a sacudir los cimientos de Buckingham.
Por Leticia Graciani Fainel para Noticias La Insuperable

El escándalo estalló una vez más en el corazón de la monarquía británica. El príncipe Andrés fue oficialmente despojado de sus títulos y honores, y deberá abandonar su residencia del Royal Lodge, en Windsor, tras una resolución directa del rey Carlos III que no deja margen para interpretaciones.
Según confirmaron el Palacio de Buckingham, la BBC y The Guardian, Andrés, de 65 años, aceptó sin resistencia el proceso que lo convierte en “Andrés Mountbatten-Windsor”, su nombre civil, eliminando así toda referencia al linaje real.
Un “no-príncipe” para olvidar
Los vínculos del ex duque de York con el financista y delincuente sexual Jeffrey Epstein fueron el detonante final de una caída que se venía gestando desde hace años. Aunque Andrés insiste en su inocencia, en Buckingham consideran que hubo “graves errores de juicio”, una frase elegante para una catástrofe institucional.
El Palacio fue categórico: “Se le ha notificado formalmente la rescisión del contrato de arrendamiento y deberá trasladarse a un alojamiento privado alternativo”. La decisión incluye también a Sarah Ferguson, su ex esposa, quien deberá resolver su propia situación habitacional.
Adiós a Windsor, hola a Sandringham
El otrora príncipe vivirá ahora en una propiedad dentro de la finca privada de Sandringham, en Norfolk, una mudanza que, según la BBC, será financiada personalmente por el propio rey Carlos III.
El comunicado oficial precisó que “estas censuras se consideran necesarias, a pesar de que él continúa negando las acusaciones”.
Mientras tanto, se informó que Andrés recibirá una provisión privada del monarca, pero cualquier otro ingreso será responsabilidad exclusiva del ex duque. El “hermano caído en desgracia” se muda, literalmente, del centro del poder a un rincón discreto de la campiña inglesa.
El apoyo de Guillermo y la pulseada interna
El príncipe de Gales, Guillermo, habría apoyado sin reservas la medida. En palabras del Palacio de Buckingham, los “factores privados y el bienestar social” pesaron en la decisión, aunque todo indica que la presión política y mediática también fue determinante.
Desde la política británica, Ed Davey, líder de los liberaldemócratas, celebró el gesto real: “El rey tiene toda la razón al despojar al príncipe Andrés de sus títulos y de su residencia. Su posición era totalmente insostenible tras haber deshonrado su cargo y avergonzado al país”.
De duque a ciudadano común
El propio Andrés había anticipado algo de este desenlace el pasado 17 de octubre, cuando renunció a sus títulos nobiliarios “para no distraer del trabajo de Su Majestad y la Familia Real”.
En ese momento declaró que se retiraba definitivamente de la vida pública, insistiendo en que “niega tajantemente las acusaciones en su contra”.
Hoy, sin embargo, la Casa Real decidió completar el proceso y convertir en realidad lo que muchos ya veían inevitable: la caída total del hijo favorito de Isabel II.
Un caso que sigue manchando la corona
El fantasma de Jeffrey Epstein, el financista neoyorquino condenado por delitos sexuales con menores y hallado muerto en prisión en 2019, sigue persiguiendo a la familia real. Andrés fue acusado de haber mantenido relaciones con una menor en el entorno de Epstein, aunque el caso judicial fue cerrado tras un acuerdo extrajudicial millonario.
Pese a que el Palacio busca dar una imagen de “renovación moral”, el daño ya está hecho. En los pasillos de Buckingham muchos reconocen que el asunto es el mayor escándalo para la monarquía británica desde Lady Di.
El final de una era
De los bailes de gala a los portazos de Sandringham, Andrés Mountbatten-Windsor se despide de su vida como príncipe. La corona británica intenta salvar su reputación, pero la mancha de Epstein parece imposible de borrar.
“Sus Majestades desean dejar claro que sus pensamientos y su más sentido pésame han estado, y seguirán estando, con las víctimas y supervivientes de cualquier forma de abuso”, concluye la nota oficial.
El mensaje es claro: el Palacio busca cerrar filas, aunque el eco del escándalo seguirá resonando en Windsor durante mucho tiempo.
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