La Casa Blanca publicó la nueva Doctrina de Seguridad Nacional 2025 de Trump, un documento que reordena el mapa de prioridades de Washington y reinstala a América Latina —y por lo tanto a la Argentina— en el viejo rol de “esfera de influencia”. La estrategia recupera la lógica de la Doctrina Monroe y exige alineamiento político, económico y militar como condición para cualquier cooperación.
Por Celina Fraticiangi para NLI

Una doctrina que abandona el multilateralismo
La nueva Estrategia de Seguridad Nacional presentada por la administración Trump marca un quiebre profundo con las líneas generales que Estados Unidos sostuvo en las últimas décadas. El documento deja de lado cualquier referencia al “orden internacional basado en reglas” y lo reemplaza por una visión centrada exclusivamente en la soberanía del Estado-nación y en la defensa del interés propio.
Estados Unidos, según su nueva definición, ya no pretende administrar un sistema global sino fortificar su poder, seleccionar sus alianzas y mover recursos hacia donde considere que su supremacía está en juego. Es un cambio ideológico estructural: menos diplomacia tradicional y más pragmatismo crudo.
El texto es contundente en un punto: el hemisferio occidental vuelve a ser prioridad absoluta. En esa línea, aparece un concepto que ya circula en Washington: el “corolario Trump a la Doctrina Monroe”, una reformulación que entiende a América como un espacio donde ningún actor extrahemisférico debe disputar influencia.
América Latina bajo la lupa: migración, seguridad y recursos estratégicos
La doctrina señala tres grandes razones para colocar a la región en el centro del tablero:
- Migración: Trump considera que América Latina es un factor directo de “inestabilidad interna” por el movimiento de personas hacia Estados Unidos. La estrategia refuerza la idea de que cualquier país del continente es responsable de frenar flujos migratorios, y que el incumplimiento podría derivar en medidas coercitivas.
- Narcotráfico y crimen organizado: El texto eleva la cuestión a nivel de “amenaza hemisférica”, habilitando el despliegue de unidades militares o policiales estadounidenses en operaciones conjuntas bajo el argumento de seguridad continental.
- Infraestructura crítica y recursos: Washington se declara dispuesto a defender puertos, corredores marítimos, minerales estratégicos y nodos logísticos claves para su industria y su defensa. Esto incluye zonas donde Estados Unidos perciba inversión o presencia de actores como China.
Para la región, el mensaje es claro: Estados Unidos quiere recuperar control directo sobre los procesos políticos, económicos y de seguridad del continente.
Qué lugar le asigna a la Argentina
En esa lógica hemisférica, la Argentina queda ubicada en un rol doble:
Un proveedor de estabilidad… si se alinea
La estrategia plantea que los países “responsables” serán premiados con acuerdos comerciales, cooperación financiera, inversiones y respaldo diplomático. La Argentina, por su tamaño económico y su relevancia en el Cono Sur, es vista como un eslabón clave para sostener esa estabilidad que Estados Unidos exige.
Pero esa “estabilidad” no es neutra: exige alineamiento político, aceptación de la agenda de seguridad estadounidense y una revisión de vínculos con potencias extrahemisféricas. La doctrina, en la práctica, condiciona las decisiones soberanas.
Y un espacio a disciplinar si no acompaña
El documento también deja entrever otro mensaje: quien se aparte de los intereses de Washington podría enfrentar restricciones en materia financiera, comercial o de cooperación militar.
La Argentina —históricamente proclive a políticas de diversificación geopolítica— queda así ante un dilema: integrarse en la órbita estadounidense o sostener un camino autónomo con costos diplomáticos crecientes.
Una región con menos margen para la autonomía
Para América Latina, la NSS 2025 implica un retroceso respecto a las posibilidades de construir esquemas propios de integración, cooperación Sur-Sur o políticas exteriores independientes. La desaparición del multilateralismo como pilar del sistema global afecta directamente a una región que necesita diversificar vínculos para reducir dependencias.
El documento de Trump impulsa la idea de acuerdos bilaterales, donde el peso relativo de cada socio determina las condiciones. En ese esquema, países como la Argentina se encuentran en clara desventaja.
La militarización también aparece como riesgo: la estrategia habilita operaciones conjuntas, provisión de equipamiento, monitoreo marítimo y aéreo y, eventualmente, presencia permanente en territorios estratégicos. Ese tipo de cooperación, si no se regula con firmeza, puede derivar en pérdida de autonomía nacional.
Qué debería mirar la Argentina en los próximos meses
Ante este escenario, algunos puntos serán claves:
- Cómo operará Estados Unidos sobre gobiernos que busquen autonomía o relaciones con China.
- Qué tipo de acuerdos bilaterales se ofrecerán y con qué condicionalidades.
- Cómo se articule la cooperación militar y qué compromisos de seguridad impliquen.
- Si la región es capaz de reconstruir mecanismos de integración que amortigüen la presión geopolítica externa.
La nueva doctrina no deja lugar a dudas: Estados Unidos quiere volver a liderar el continente sin intermediarios y sin rivales. La Argentina debe decidir si acepta ese lugar subordinado o si afirma su soberanía en un contexto global cada vez más áspero.
Descubre más desde Noticias La Insuperable
Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.
