Se cumplen hoy 120 años de la llegada del gran escritor
Por la Redacción de Noticias La Insuperable

Roberto Arlt, quien naciera el 26 de abril de 1900, hace exactamente 120 años, integra, sin dudas, la terna fundamental de la literatura argentina junto a Jorge Luis Borges y Julio Cortázar; el ABC, como algunos los suelen llamar tomando la primera letra de sus apellidos.
Definido por la socióloga y ensayista María Pía López como «la figura del escritor plebeyo y democratizante respecto de la cultura», este hijo de dos inmigrantes, el prusiano Karl Arlt y la austrohúngara Ekatherine Lobstraibitzer, pasaría su infancia en el barrio porteño de Flores. Fue expulsado de la escuela a los ocho años y se volvió autodidacta. Se escapó de su casa a los dieciséis años. Trabajó en un periódico local, fue ayudante en una biblioteca, pintor, mecánico, soldador, trabajador portuario y manejó una fábrica de ladrillos. Hasta que el periodismo lo envolvió.
En 1922, se casó en Córdoba con Carmen Antinucci, una joven tres años mayor que él y con síntomas de la enfermedad respiratoria decidieron radicarse en Cosquin, en una casa que aún se mantiene la fachada sobre la calle Tucumán. Allí nació en 1923 su hija Mirta Electra y se mantiene ejerciendo diversos oficios, y se introduce en las investigaciones sobre los misterios que según él y otros lugareños esperaban ser descifrados en las serranías entre Villa Bustos y Molinari.
Tenía 22 años y la tuberculosis avanzaba en la familia, también la padecían su hermana Lila y su mujer Carmen, y su situación económica no mejoraba.
En 1924, con su mujer y su hija regresa a Buenos Aires, a vivir en la casa paterna, Canalejas 2137 del barrio de Flores, pero luego se ubicó en una casa que construyó en el barrio de Villa Devoto

En enero de 1926 Arlt empezó a colaborar en la revista Don Goyo; en 1927 pasó a integrar la redacción del mítico diario Crítica como cronista de policiales, y en 1928 se mudó a las páginas de El Mundo: ese mismo año inauguró el que será uno de sus mayores legados textuales, las piezas breves y agudas donde desmenuza la vida cotidiana de la ciudad relatando la modernización urbana y sus efectos, llamadas Aguafuertes porteñas.
Si bien el periodismo le permitirá ganarse la vida y granjearse un nombre, ya en 1926 publica su primera novela, “El juguete rabioso”, a la que seguirán años de frenética labor, cuyo resultado está a la vista: en 1929 lanza la primera edición de “Los siete locos” y en 1931 aparece “Los lanzallamas”.
Luego de eso, y aunque Arlt había escrito cuentos desde su primera juventud, en 1933 aparece su primer volumen de relatos, reunidos bajo el título de “El jorobadito”, inaugurando una nueva parte de su obra que nunca cejará, ya que Arlt publicará desde entonces decenas de cuentos; a los que habrá que sumar desde entonces también obras de teatro como “Trescientos millones”, “Separación feroz”, “Prueba de amor” y “Saverio el cruel”, entre otras.
Roberto Arlt murió el 26 de julio de 1942, a la edad de 42 años, en Buenos Aires, de un paro cardíaco5. Sus restos fueron incinerados en el Cementerio de la Chacarita y sus cenizas esparcidas en el río Paraná. En la ceremonia de despedida habló el escritor Nicolás Olivari, y el poeta Horacio Rega Molina leyó un poema. Al día siguiente el diario El Mundo publicó la última de sus famosas aguafuertes: «Un paisaje en las nubes».

Homenajes
Hoy, a 120 años de su nacimiento, desde las 8 de la mañana, la editorial Penguim Randon House compartirá en sus redes @megustaleerarg (Twitter, Facebook e Instagram) el comienzo de «El juguete rabioso», su primer libro en el que se conjuga la observación aguda de la realidad social, política y marginal, con la descripción minuciosa de los más hondos sentimientos humanos.
A las 19.30 se estrenará online, en la web del CCK, el largometraje «Erdosain» de Fernando Spiner y Ana Piterbarg, basado en «Los siete locos», con actuaciones de Carlos Belloso, Pablo Cedrón, Daniel Fanego, Daniel Hendler, Moro Anghileri, Leonor Manso y más.
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Para los observadores sociales y, cuando no, a veces protagonistas:
» Arlt es el más contemporáneo de nuestros escritores. Su cadáver sigue sobre la ciudad. Las poleas y las cuerdas que lo sostienen forman parte de las maquinarias y de las extrañas invenciones que mueven su ficción hasta el porvenir». de Ricardo Piglia
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