El multimedio repite táctica a la hora de sembrar terror y disciplinar.
Por Guillermo Carlos Delgado Jordan para Noticias La Insuperable

Corría el año 2015 y, como pavo real presuntuoso de su cola, un abogado del Estudio Sáenz Valiente, se mostraba orgulloso y desafiante mientras se llevaba adelante un promocionado allanamiento en la vivienda del periodista Víctor Hugo Morales, a quien el grupo Clarín «se la tenía jurada». Allí, moviéndose entre los muebles, ondeaba su rojiza cabellera Damián Fabio Cassino, a quien se le caía un hilito de baba mientras apreciaba las obras de arte colgadas en las paredes de la vivienda del relator que había osado enfrentar al poderoso multimedio.

La excusa había sido la tan famosa puesta al aire, medio que se mostraba, medio que no, en el programa «Desayuno», que se emitía por Canal 7 y conducía Víctor Hugo, un tramo de la final entre Boca y el Real Madrid, disputada en Tokio en el año 2000, cuyos derechos de transmisión había comprado Cablevisión.
Miles de boquenses pudieron acceder así a lo que por derecho pasional les pertenecía (el ver los goles de Palermo ante el conjunto español) en épocas en que no había otra forma de hacerlo que pagando. Los vericuetos de internet estaban lejos aún. Y muchos aún recuerdan, agradecidos con Morales, esos momentos que pudieron vivir y festejar en una época en la que las cosas estaban realmente mal en el país.
«Es todo muy intimidatorio y angustiante«, declaraba Víctor Hugo, mientras desconocidos recorrían su casa. Cassino había logrado que la «justicia» de entonces, aceptara gustosa este allanamiento cirquense, embargo preventivo, cuyo fin primordial era, sencillamente, mostrar qué les pasa a los que van contra el poder real. Un burdo y sencillo escarmiento contra un hombre que utilizó su voz para decir varias verdades del Grupo, y para apoyar una Ley de Medios que muchos, presuponíamos entonces, iba a marcar un antes y un después, pero que se desvaneció como una ilusión bajo la varita de un burdo mago de feria al que se le veían las cartas.
Ocho años pasaron y, tristemente, el escenario parece ser el mismo, aunque un poco más roto y desvencijado, con un libreto escrito donde todos sabemos que todo parece tener un destino anunciado con una «Justicia» que ya, ni siquiera, se esconde ni se sonroja. Así como la Constitución, también ha perdido la vergüenza.
En este marco, los poderosos repiten táctica y lanzan la «Operación Escarmiento II»: nuevamente ir «personalmente» contra aquellos que osan meterse con sus negocios. En este caso los directivos del ENACOM, que con la simple idea de abrir un poco más el mercado, generar competencia y, por ahí, bajar un poco los precios para beneficiar al pueblo (de eso se trata la función pública después de todo), aceptan el ingreso de un nuevo prestatario en el concentrado mundo de la telefonía celular operando sobre las redes ya existentes.
TELECOM en este caso (del Grupo Clarín, obviamente) se sintió tocado. Pero, en lugar de utilizar sus infinitos recursos legales para poner trabas, demorar y/o cajonear indefinidamente en la «Justicia» directamente lo resuelto por el organismo del Estado, optó por ir, «personalmente» contra aquellos que integran el directorio del Organismo, en una clara «apretada» que buscar mear el árbol y decir: «acá no se meta nadie o van a ver lo que les espera».
As{i, TELECOM, envió Cartas Documento a los funcionarios de gobierno que finalizaban diciendo: «Le hacemos saber que le reclamaremos civilmente en forma personal todos y cada uno de los perjuicios y gastos que le ocasionará a TELECOM con su participación en esta decisión, sin perjuicio de que también denunciaremos los sucesos ante la Justicia Penal Federal«
Quien firma la amenaza no es otro que el mismo «pavo real» de Damián Fabio Cassino, el abogado del Grupo que va por la secuela.

Y en un país donde la «Justicia» es materia adeudada, más de uno captará el mensaje y mirará para otro lado. Ayer, hoy, mañana, y hasta que los argentinos, de una vez por todas, entendamos quién es el soberano.
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