Tras varias horas de tensión, en la que tanquetas militares coparon la plaza Murillo e ingresaron a la Casa de Gobierno en La Paz, el presidente Luis Arce confrontó a los insurgentes, renovó la cúpula militar y llamó a preservar la democracia.

Luego de varias horas de máxima tensión, en las que fuerzas militares insurgentes del Ejército boliviano coparon la plaza Murillo e ingresaron al Palacio Quemado (la Casa de Gobierno de Bolivia) en La Paz, el presidente Luis Arce, con fuerte apoyo de todo el arco político, social y sindical, logró desactivar lo que calificó como una «intentona de golpe de Estado».
El mandatario se puso al frente de la defensa de las instituciones y las garantías constitucionales, enfrentó a los insurgentes que exigían al menos un cambio de Gabinete, y dispuso una renovación absoluta de la cúpula militar con lo que logró desactivar el intento de golpe de Estado.
Poco después, el jefe militar que encabezó la revuelta, el comandante general Juan José Zúñiga, fue detenido.
La revuelta comenzó pasadas las 16 (hora argentina) cuando decenas de soldados en tanquetas coparon el centro del poder político en la ciudad de La Paz. El grupo de militares avanzó sobre la plaza Murillo e ingresó por la fuerza al Palacio Quemado, sede del gobierno boliviano.
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