Las dos caras de un presidente que vive en el engaño permanente.
Por Tomás Palazzo para Noticias La Insuperable
Milei se regenera y cambia de manera constante. Un colchón mediático y tuitero le permite desdecirse a gusto y piacere de lo que sea sin tener que pagar ningún rédito político. O, al menos, el mínimo.
Hoy Milei lloraba a moco tendido frente a la sede de la AMIA, a 30 años del atentado terrorista ocurrido, en julio de 1994. Horas antes, el Boletín Oficial daba a conocer el Decreto 632/2024, mediante el cual el Ejecutivo promulgaba la Ley Nº 27.744, aquella que declara el duelo nacional y dispone, además, que ese día a Bandera Nacional permanezca izada a media asta en los edificios y lugares públicos. También determina que el Ministerio de Educación impulse en las escuelas actividades conmemorativas para esa fecha.
Esa misma ley, hace aproximadamente un año en el Congreso, fue aprobada por amplia mayoría; tan solo tuvo dos votos en contra: la de los entonces diputados Victoria Villarruel y Javier Milei.
Por entonces, la DAIA misma deploraba la actitud de los futuros presidente y vice a través de su cuenta de Instagram.
Hoy lloran todos juntos. Además de por el infinito dolor, debe ser también por la vergüenza.
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