Seguir la huella

Haroldo Conti revive en el teatro gracias a su intacta fuerza narrativa y en virtud de una impecable dramaturgia de Alfredo Martín.

Por Jorgelina Áster para Noticias La Insuperable

Huellas de Haroldo seguirá representándose en el Payró hasta fines de noviembre. Este jueves habrá función –la última de octubre-, después será los viernes.

Es una obra de singular belleza, un microcosmos contiano recreado a través de dos de sus relatos, una manera de evocar sin permitir que la tragedia de ayer ni el brutalismo de hoy empañen la mirada sutil que Conti proyecta hacia un mundo que, incluso en estos tiempos de mezquindad naturalizada, esconde maravillas que emergen de la cotidianeidad o la memoria.

Perfumada Noche y el inconcluso A la diestra son los cuentos que atraviesan Huellas de Haroldo, los que reviven al escritor que se rebela contra el silencio impuesto por la violencia pero que no permanece encadenado a la tragedia. El amor que perfuma la existencia del señor Pelice nos lleva hasta la muerte que propicia un asado ultraterreno en honor de Teresa, tía de Conti.

El amor que no se concreta en vida, como el que embarga al señor Pelice en Perfumada noche, y la muerte de Teresa, génesis de A la diestra, se integran en una dimensión sin oscuridad: enriquecen los momentos más sutiles de la vida de dos personajes con existencias chatas solo en la apariencia monótona de sus días.

“La vida de un hombre es un miserable borrador, un puñadito de tristezas que cabe en unas cuantas líneas. Pero a veces, así como hay años enteros de una larga y espesa oscuridad, un minuto de la vida de un hombre es una luz deslumbrante.” (H. Conti, Perfumada noche)

El territorio evocativo de Haroldo, su Chacabuco natal, entorno mítico de los personajes de estos cuentos, es símbolo tanto de nostalgia como de trascendencia existencial. La realidad de un pueblo que crece es también memoria de su fisonomía natal y de sus secretos milagros. Su fuerza, latente e imperiosa, nos devuelve a un Conti que irrumpe en escena.

Las luces teatrales, en el momento indicado, dan vida a una maqueta del pueblo, a un recorte de su perfil urbano. Un detalle escénico pertinente porque no solo es la imagen a escala del Chacabuco de los personajes de Haroldo Conti,  sino también el paisaje omnipotente que lo devuelve a su departamento saqueado en Buenos Aires, a las hojas desparramadas del cuento que dejó en suspenso hace casi medio siglo atrás, a la máquina de escribir en la que permanece la última página que labraba antes del violento secuestro.

Marcelo Bucossi, en destacada actuación, encarna al Haroldo que regresa al tétrico lugar del que fue arrancado en la noche. El comienzo del horror que lo llevaría a la muerte, sus recuerdos e impresiones amargas, no se imponen a las ansias creativas ni a la imaginación: resurge el escritor, su mundo invulnerable e inmenso arte.

Más que a su tragedia personal, más que a rememorar horrores, vuelve a los mundos posibles para mezclarse con sus personajes de antaño y retomar el cuento trunco que lo llama. Un relato del que, vale aclarar, ya había escrito lo suficiente como para que sepamos lo esencial: con tinte fantástico, narra el homenaje a su tía Teresa –que ficcionalmente hasta se presume plasmado en una crónica-: un asado que el mismísimo Dios organiza para recibirla en el cielo; después de comer, le sigue una fiesta en la que participan Juan Gelman y Tata Cedrón. Tía Teresa, claro, había llegado a las alturas libre de pecado.

El director, Alfredo Martín –también médico psiquiatra, psicoanalista, dramaturgo y, hasta hace no mucho, actor-, trabajó la dramaturgia con los mencionados textos del escritor y, además, con los del testimonio sobre el secuestro y desaparición de Haroldo Conti de su pareja, Marta Scavac, ante el TOF 5. Martín redondea en Huellas de Haroldo dos labores notables: texto dramático y dirección.

Alfredo Martín

Actúan Marcelo Bucossi, también responsable del vestuario, Ariel Haal, Pablo Mingrino y Lara Olgiati. Impecables. La obra destaca entre las ofertas artísticas del momento de nuestro teatro independiente. Vale la pena acercarse hasta el Payró. El acierto de seguir la huella literaria de Haroldo Conti dio excelentes frutos teatrales.


Esta obra, a modo de homenaje, se estrenó en el Teatro Italiano de Chacabuco.


Huellas de Haroldo: jueves a las 20:30, hasta el 30 de octubre;  viernes a la misma hora, desde el 7 hasta el 21 de noviembre en el TEATRO PAYRÓ, San Martin 766, Ciudad de Buenos Aires. Duración aproximada: ochenta minutos. Entradas, en Alternativa Teatral; también ficha técnica e información relevante sobre esta obra tan recomendable.


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