El 29 de octubre de 1969 se inauguraba la Base Aérea Vicecomodoro Marambio, primer enclave permanente de la Argentina en la Antártida continental. Medio siglo después, en plena crisis presupuestaria y desfinanciamiento científico, el aniversario llega con más silencio que homenajes.
Por Ignacio Álvarez Alcorta para Noticias La Insuperable

Un acto fundacional de soberanía
Cuando el avión Hércules C-130 aterrizó sobre el hielo firme de la Antártida el 29 de octubre de 1969, no sólo se escribía una hazaña técnica: Argentina afirmaba su presencia en el continente blanco con una base aérea operativa durante todo el año.
La Base Marambio, bautizada en honor al vicecomodoro Gustavo Argentino Marambio, marcó un hito logístico y geopolítico: permitió mantener vuelos regulares, abastecer otras bases argentinas y sostener la investigación científica en condiciones extremas.
A partir de ese momento, el país se consolidó como pionero en la exploración antártica de Sudamérica, con una presencia continua que hoy cumple 56 años.
De la epopeya al abandono
Marambio fue durante décadas símbolo de soberanía y orgullo nacional, pero en los últimos años su mantenimiento comenzó a resentirse.
Fuentes de la Dirección Nacional del Antártico (DNA) reconocen que el ajuste presupuestario del gobierno de Milei —que afecta al Servicio Meteorológico Nacional, al CONICET y a la logística antártica de la Fuerza Aérea— compromete seriamente las operaciones de mantenimiento e investigación.
La base, que opera con temperaturas de hasta –40°C, depende de un complejo sistema de abastecimiento aéreo y marítimo. Sin fondos suficientes, las misiones científicas y de logística se reducen al mínimo indispensable.
“Una base científica sin ciencia”
Científicos del Instituto Antártico Argentino advirtieron que la desfinanciación no sólo pone en riesgo los proyectos de investigación en curso, sino también la continuidad de las campañas antárticas.
En diálogo con medios especializados, señalaron que “Marambio fue pensada como plataforma para la ciencia y la cooperación internacional, pero hoy funciona casi en modo de supervivencia”.
En 2024, varios proyectos de glaciología y meteorología quedaron suspendidos por falta de recursos. La infraestructura científica, que había sido modernizada entre 2012 y 2015, hoy enfrenta un deterioro alarmante.
El legado de los pioneros
El sueño de Marambio nació mucho antes de 1969. En la década del 50, una generación de aviadores y científicos argentinos impulsó la idea de una base que pudiera operar aviones con ruedas, no sólo con esquíes, algo inédito para la época.
Después de años de planificación, en 1969 el Grupo Aéreo de Tareas Antárticas logró consolidar una pista compactada de hielo azul y tierra, donde el 29 de octubre aterrizó por primera vez un avión de la Fuerza Aérea Argentina.
El aterrizaje fue un acontecimiento nacional. Por primera vez, un país latinoamericano instalaba una base aérea permanente en la Antártida continental. Desde entonces, Marambio es la puerta de entrada argentina al continente blanco.
El frío no apaga la memoria
Hoy, 56 años después, Marambio sigue en pie gracias al compromiso de sus dotaciones. Cada año, una nueva tripulación reemplaza a la anterior en la llamada “cambio de dotación”, que garantiza el funcionamiento ininterrumpido durante los 12 meses.
En este aniversario, sin actos oficiales ni presencia de funcionarios del gobierno, los hombres y mujeres que habitan la base izarán la bandera como cada mañana, a las 9, frente al viento polar.
Lo harán sin cámaras, sin discursos y sin presupuesto, pero con la misma convicción con que lo hicieron los pioneros: mantener viva la soberanía argentina en el sur del mundo.
Marambio, más allá del hielo
La base no sólo simboliza un hito militar o científico, sino también una definición política de país. En tiempos donde el desmantelamiento del Estado y el achicamiento del presupuesto científico se naturalizan, recordar Marambio es recordar que la presencia argentina en la Antártida no es un gasto: es una causa nacional.
Mientras los helicópteros vuelven a despegar y las ráfagas heladas castigan los hangares, Marambio sigue recordando —a quien quiera escuchar— que la soberanía no se declama: se sostiene con hechos, ciencia y bandera.
Descubre más desde Noticias La Insuperable
Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.
