
La fatídica inicial no solamente recorrió las primeras planas de los diarios argentinos más rancios y los zócalos de las pantallas televisivas, también atravesó obras artísticas de desigual fama.
Por Ficcional para Noticias la Insuperable ·
No se trata de un personaje desconocido de Kafka ni de un invento del pseudo-periodismo a sueldo de la derecha argentina para generar fobias en la ciudadanía y denostar al populismo: el señor Keuner es otra creación poco conocida del autor de quien habláramos hace pocos días en esta misma sección de NLI.
Si su poesía, como se señalaba en Distanciamiento cero, tuvo un modesto eco editorial, su prosa quedó aún más relegada. Las Historias del señor Keuner (“geschichten vom h k”, como las denominaba su autor) son un buen ejemplo de las muchas perlas eclipsadas por la incomparable producción textual para la escena de Bertolt Brecht.
El señor Keuner a veces decía cosas así: “Es difícil instruir a aquellos con los que se está enojado; pero es muy necesario hacerlo, pues son los que más lo necesitan.”. Pero también así: “–Soy un gran enemigo de los periódicos –dijo el señor Wirr- no quiero que haya periódicos. –Yo soy un enemigo aún mayor de los periódicos –replicó el señor Keuner–, yo quiero otros periódicos.”. A muchos de los lectores de Historias de calendario les sonará el apellido –o la inicial– de esta suerte de fusión literaria de maestro, aforista heterodoxo y espejo de la sociedad.

Brecht consideraba que el hecho de que la realidad social no se apreciara a primera vista hacía necesarios a personajes que, como el señor K, ayudaran a comprenderla. Como destaca Isabel Hernández, las diferentes actitudes que Keuner adopta ante diversas situaciones es lo que verdaderamente quería mostrar el autor, es decir, no a la persona en concreto sino el entramado social que emerge de esas situaciones ante las que el señor K se planta de una u otra maneras e invitan a la reflexión.
Brecht arrancó con las historias del señor K en 1929 y, según la documentación que a estas alturas ya se presume definitiva, escribió la última en 1956. 121 historias en total, de acuerdo con la edición de Suhrkamp (2006) que, también, se presume definitiva.

La edición en castellano, Historias del señor Keuner. Colección completa, la publicó Alba Editorial en Barcelona (2007), con traducción de Juan José del Solar e introducción y notas de Isabel Hernández.
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