Un raro descubrimiento arqueológico en la península de Samaná, en la República Dominicana, podría revelar el misterio detrás del poco conocido pasado pre-Arawak del Caribe.
Por Alcides Blanco para Noticias La Insuperable

La información arqueológica sobre el primer asentamiento de las islas centroamericanas es bastante escasa. Los únicos datos existentes datan de hace aproximadamente cincuenta años y se obtuvieron de investigaciones esporádicas realizadas de manera no científica y publicadas de manera asistemática. Además, el posterior asentamiento de grupos agrícolas que poblaron La Española contribuyó a borrar las huellas de la población más antigua, especialmente en las islas mayores.
Si bien estudios previos (en particular el publicado por este grupo de investigación de Sapienza en la revista Nature sobre la genómica de los pueblos del Caribe) han destacado claramente el patrón de poblamiento de los grupos agrícolas taínos, el origen de las poblaciones arcaicas precerámicas sigue sin resolverse. La única información disponible es que los grupos preagrícolas de las islas del Caribe se caracterizaron por una movilidad estacional, basando su subsistencia en la caza de pequeños animales, la pesca y especialmente la recolección de moluscos grandes y pequeños tanto marinos como terrestres, asentándose principalmente cerca de la costa.

El descubrimiento de un raro asentamiento precolombino del período Arcaico en El Pozito, en la península de Samaná, en el noreste de la República Dominicana, agrega una nueva pieza al rompecabezas. El hallazgo se realizó como parte de la Misión Arqueológica y Antropológica Sapienza al Archipiélago Caribeño del Departamento de Historia, Antropología, Religión, Arte y Artes Escénicas de Sapienza, dirigida en el campo por Francesco Genchi, con la colaboración de investigadores de Sapienza del departamentos de Ciencias Orales y Maxilofaciales y Biología Ambiental, y el Museo del Hombre Dominicano en Santo Domingo. La Dirección General de Promoción del Sistema País del Ministerio de Relaciones Exteriores y Cooperación Internacional (MAECI en italiano) y la Embajada de la República Dominicana en Roma también contribuyeron al proyecto.

El área identificada se refiere a un asentamiento caracterizado principalmente por una gran parte de un taller para el procesamiento de materias primas como moluscos marinos grandes (por ejemplo, Strombus Gigas, también conocido como caracol rosado y Cittarium pica, la concha de urraca) y bivalvos (como Codakia orbicularis, también conocido como tiger lucine) junto con una increíble cantidad de moluscos terrestres (por ejemplo, Caracol excelens), explotados tanto como alimento como para herramientas. Además, también se han encontrado bayas silvestres y restos de peces de gran tamaño. El sitio incluía refugios ligeros que consistían en alineaciones semicirculares de huecos para postes. En el exterior, se reconocen grandes áreas de ceniza y carbón, lo que indica que se llevó a cabo la cocción de mariscos. Se encontraron alrededor de cien herramientas hechas de piedra local pulida, como manos de mortero, martillos, yunques y grandes muelas utilizadas para triturar semillas, raíces y conchas. Los análisis mostraron rastros de residuos vegetales, así como marcados signos de desgaste.
La más característica de estas herramientas es el hacha mariposoide (en forma de mariposa), que se cree que se utilizó para talar y cortar árboles para hacer canoas y remos. Esta herramienta es distintiva de los grupos preagrícolas tardíos y es esencial para delinear las fases arcaicas.

Sin embargo, el hallazgo más importante se refiere a 12 morteros de excelente calidad colocados dentro de un pozo ritual, que difieren tanto en la materia prima utilizada como en la técnica de elaboración. En estos instrumentos también son visibles huellas de desgaste y numerosos residuos perfectamente conservados. Dado que estas herramientas fueron encontradas en un área donde se procesaban los recursos primarios necesarios para su subsistencia, se piensa que se trata de algún tipo de ofrenda ritual vinculada a la esfera de culto de estos grupos y conectada con las prácticas de subsistencia.
Francesco Genchi, del Departamento de Biología Ambiental de la Universidad Sapienza de Roma, dice: «El valor de este descubrimiento es directamente proporcional a nuestro conocimiento, que es casi inexistente, tanto de las prácticas de la vida cotidiana como de las relacionadas con la economía de subsistencia y el ritual. ámbito de las poblaciones que habitaron el Caribe antes del período agrícola«.
“Los resultados obtenidos en este nuevo yacimiento de rasgos arcaicos”, concluye Alfredo Coppa, del Departamento de Historia, “nos ponen por fin tras la pista de las primeras comunidades que colonizaron las islas centroamericanas. Las investigaciones en la necrópolis nos permitirán iniciar análisis genéticos para esclarecer sobre el origen de los grupos que la habitaron«.