Entró en la historia grande al hacerle cuatro goles a River el día de su debut

El 3 de febrero de 1974 Carlos María García Cambón escribió para siempre su nombre en la historia grande del fútbol argentino. Esa tarde, en la Bombonera, el hombre surgido en Chacarita Juniors hizo su debut con la camiseta de Boca. Y anotó nada menos que cuatro goles en el triunfo xeneize por 5 a 2 ante River. El gran Ubaldo Fillol nada pudo hacer ante su voracidad. Nadie, ni antes ni después, logró igualar esa marca en un Superclásico. Ese delantero implacable, pero al mismo tiempo con muy buena técnica, falleció este miércoles, a los 73 años.
Un cuadro de aneurisma aórtico abdominal comenzó a apagarlo. Sin embargo, dio batalla. La muerte lo sorprendió mientras estaba en proceso de recuperación después de la última de cuatro operaciones. Pero el cuadro se complicó y ya no hubo nada que hacer.
García Cambón llegó a Boca a comienzos de 1974 e integró uno de los equipos más recordados de la historia xeneize. El dirigido por Rogelio Domínguez, que se caracterizaba por practicar un fútbol total. Ofensivo, de buen pie y con la calidad suficiente como para llegar al arco contrario por abajo. Siempre respetando el balón.
Sus compañeros en el ataque eran Osvaldo Potente y Enzo Ferrero. Más atrás, se lucía como número 5 Marcelo Trobbiani. El wing derecho era Ramón Mané Ponce y de 8 jugaba Jorge Chino Benítez. Un equipo tan capaz de escribir ese triunfo por 5 a 2 ante River como de golear 6 a 0 a San Lorenzo en el viejo Gasómetro (dos goles de García Cambón). Todos atacaban.
Por esas injusticias del fútbol no logró coronar tamaña producción con una vuelta olímpica. Igual, quedó en la memoria colectiva de todos los que lo vieron jugar. Y quedó para siempre el cantito: “Tres cosas hay en el fútbol / Ferrero, Potente y Cambón /el que tenga esas tres cosas / que grite Boca campeón”.
Antes de su paso por Boca, donde ganó el Metro y el Nacional de 1976, García Cambón ya había formado parte de otro hito: campeón del fútbol argentino con Chacarita, la institución que lo vio nacer. Fue en el Metropolitano de 1969, con la inolvidable goleada por 4-1 sobre River en la final.
Después de que Boca le ganó a River aquella icónica final del Nacional 76 con gol de Rubén Suñé, a comienzos de 1977 García Cambón se incorporó a Unión de Santa Fe. Apenas seis meses más tarde emigró a Grecia, para vestir la camiseta de Olympiakos. Su deseo de regresar a Chacarita se concretó rápido, en 1978. Aunque solo un año más tarde se fue a probar suerte en el incipiente soccer estadounidense. Primero defendió los colores de Rochester Lancers, y luego los de Las Vegas Eagles.
Su retiro del fútbol fue en 1981, a los 32 años, después de formar parte de Loma Negra de Olavarría, aquel equipo que contaba con el apoyo de la empresaria Amalia Lacroze de Fortabat.
Se casó después del retiro. Antes, le avisó a sus amigos que ya no jugaría más y que podían pasar por su casa a buscar lo que quisieran. Regaló todas sus camisetas.

“Reniego de todos los 9 que sólo la empujan, no los quiero ni ver. Yo digo que los 9 tienen que formar parte del circuito de juego. No quiero que sólo se dediquen a empujarla. No puedo quitarle mérito a un Palermo, que hizo doscientos y pico de goles, pero todos los jugadores deben tener conocimientos técnicos. No pueden estar ajenos a devolver una pared, a poder desbordar y sacarse un jugador de encima. Acá se cristalizó una imagen del 9 como un jugador sólo de área, torpe pero bien ubicado. Para mí, era más lindo dar un pase gol que hacer un gol”, plantó bandera en 2013, en una entrevista con la revista Un Caño.
Recién en 1998 volvió a cobrar protagonismo. Y es en esa época donde el pasado y el presente se unen. Un Boca envuelto en una crisis futbolística (como ahora), dio por finalizado el ciclo de Héctor Veira y apostó al interinato de Carlos García Cambón. El exgoleador condujo al equipo durante cinco fechas. La primera fue derrota 3 a 2 ante Deportivo Español. Pero luego enhebró cuatro triunfos al hilo: 4-2 a Huracán, 3-1 a Gimnasia, 2-0 a Racing y 4-0 a Gimnasia y Tiro.
En ese partido ante el conjunto salteño se dio otro guiño al presente: García Cambón hizo debutar a un joven mediocampista de 17 años que prometía tener un gran futuro: Sebastián Battaglia. Fueron apenas cuatro minutos (reemplazó a Diego Cagna, a los 41 del segundo tiempo), pero bastaron para que el volante santafesino comience a edificar su carrera, que terminó como el máximo ganador de títulos de la historia del club de la Ribera.
Luego del receso invernal de aquel 1998 asumió Carlos Bianchi y le sumó otros 35 encuentros sin caídas. Entre ambos le permitieron a Boca encadenar 40 juegos sin perder, un récord aún vigente en el fútbol argentino.