London dry Ding

El match por el Campeonato Mundial de Ajedrez FIDE 2024 se reanudó en Singapur con una partida de escaso atractivo. Tiempo de balance provisional.

Por Alfonsina Madry, especial para Noticias la Insuperable ·

En la décima ronda, Liren Ding, con blancas, propuso jugar en territorio conocido: su Gambito de Dama derivó rápidamente hacia una suerte de Sistema Londres. Las bases de datos mostraban el antecedente magistral de Reggio Emilia 1991, con posición idéntica en la apertura (ECO D37) a la del encuentro Portisch vs. Vaganian, que había terminado con unas tablas firmadas en la 42.

La que protagonizaron hoy el actual campeón y su retador tuvo menos emociones aún que su antecedente. El maestro chino dio la impresión de haberse decidido a profundizar su estrategia general en este último tramo del match, es decir: propiciar la aridez del juego a toda costa. Partida más seca no podía pedirse. La estrategia de la lengua de loro, hubiera dicho antaño alguna comadre de barrio.

Gukesh, en esta oportunidad, no mostró su habitual obcecación por prolongar partidas igualadas y se avino con presteza a la triple repetición. El empate llegó en el movimiento 36, sin pena ni gloria.

La posición final

En acuerdo tácito, campeón y aspirante decidieron prolongar el descanso más allá del calendario oficial. Aunque nadie se imaginaría a Ding en la barra del hotel departiendo con el bartender, bien podría el chino universal relajarse esta noche con una ginebra botánica estilo London dry en secreto brindis con su antagonista.

A falta de cuatro partidas, en el marco de tan prolongado remanso, no parece mala idea encarar un balance provisional del match.

De acuerdo con los análisis computadorizados, ambos jugadores hasta el momento tuvieron altos niveles de precisión. No es el campeonato de la mediocridad ni mucho menos. Aunque la partida de hoy haya sido intrascendente y aburrida, hubo muchas de gran interés y emoción.

Los oráculos en red que predecían el temprano colapso de Ding y un bajo nivel ajedrecístico para este campeonato ahora peregrinan a Delfos para un sibilino cursillo de actualización. Por añadidura, ya cerca del final, los vaticinios de una rápida y aplastante victoria de Gukesh quedaron desacreditados.

Una buena porción del periodismo deportivo da la impresión de no poder superar la irritación que le causa el perfil bajo del actual campeón del mundo. Lo mismo sucede con muchas de las estrellas de la élite del tablero –tanto las activas como las retiradas-  devenidas en analistas de streaming: dejan de lado la trayectoria de Ding y agigantan cualquiera de los rasgos de su personalidad que se les antojen negativos e impropios de un ajedrecista de élite que ha llegado a lo más alto.

Otros sabiondos del mundillo escaqueado insinúan, con impostado tono de informalidad, que el ajedrez necesita una suerte de súper villano estilo Marvel que fusione y supere todo lo repugnante que ha tenido el ajedrez en su historia más o menos reciente.

Añoran la alienación y las conductas antideportivas de Fischer, extrañan la prepotencia, las faltas de respeto constantes a sus rivales, ira, petulancia y malos modos de Kasparov, las miserias de Alekhine y todo aquello que pudiese carecer de urbanidad en la élite. Y ni semejante fusión alcanzaría… ¡Basta de dulzura, caballerosidad y espíritu deportivo!, dicen. Los Spassky, Aronian y los Ding –unidos a uno que otro GM bien educado- son la perdición del juego ciencia, declaran entre cóctel tiki y sonrisas de medio lado.

A Liren le atribuyen virtudes servidas en bandeja como defectos para un campeón: humildad, perfil bajo, emociones humanas y mesura. Después, sin gran sustento, lo tildan de depresivo, bastardo de la élite e indolente personaje exótico, en imparable caída, expulsado del club de elos +2800. Los comentarios aberrantes están a la orden del día en Sentosa para quien pare la oreja.

Ding Liren no es el primer súper GM que atraviesa un periodo de desmotivación con transitoria merma en la fuerza de juego. Ha habido muchos y, seguramente, los seguirá habiendo. Sin embargo, en Singapur ha demostrado que su privilegiada capacidad estratégica sigue intacta. Puede que aún no haya terminado de reajustar sus competencias en la administración del reloj –la única partida que resignó la perdió por tiempo-, pero es evidente a estas alturas que sigue siendo un ajedrecista sutil e indiscutiblemente agudo.

Dommaraju Gukesh hizo méritos suficientes, sobre todo si se considera que transita la adolescencia, para llegar a disputar la corona como retador. En el Candidatos tuvo la sangre fría que exigían las circunstancias.

En los juegos de este match demostró un espíritu de lucha inmejorable y, como decíamos al principio, un ratio de precisión altísimo, similar al del maestro chino. Pudo, también, hasta ahora, minimizar los efectos de su inexperiencia en duelos individuales de máxima jerarquía y largo aliento. Administró aceptablemente el tiempo de reflexión e, incluso, fuera del tablero, se las arregla bien con la impiadosa –y muchas veces delirante-  prensa acreditada en las conferencias.

También Gukesh sobrelleva con calma la difícil condición de favorito desde los albores del match y el hecho de tener en sus manos la posibilidad de hacer historia en los campeonatos mundiales con la marca de un récord de precocidad magistral.

Para el joven aspirante de la india, de aquí en más, un triunfo podría significar mucho más que adelantarse transitoriamente: nadie está en condiciones de prever cómo incidiría en Ding verse superado en el tramo final después de haber desbaratado tantas veces, no sin angustia, las novedades con las que Gukesh y su equipo lo obligaron a lidiar casi siempre.

En lo referido a los análisis predictivos, es preciso señalar que desde la tercera partida, todos fueron favorables al retador. El primer cambio de tendencia se dio tras el noveno encuentro: los datos duros determinaron un 53,1% en favor de Ding y un 46,9% para Gukesh.

Gráfico: Lichess.org

Si se considerase la importancia que revisten los datos del contexto, humanos y circunstanciales, en una justa deportiva de tanta trascendencia, tomar con pinzas las predicciones compudatorizadas parecería lo más sensato.

El periodo de bajo rendimiento de Liren Ding, que se ubica tras la coronación frente a Nepo, ha sido ampliamente estudiado. Una observación inquietante reza que el campeón no cometió más imprecisiones que antes sino que, aparentemente, sufrió intermitencias en la concentración que lo llevaron a aumentar su tasa de errores y meteduras de pata.

En lo que va del match, sin embargo, el talón de Aquiles del chino ha sido la administración poco eficiente del tiempo de reflexión. El de Gukesh, un descuido reiterado de sus estructuras de peones.

Más allá de los muchos análisis que pretenden acercarse a la objetividad, lo cierto es que el factor humano se resiste a la predicción. Tal vez en la definición gravite con mayor fuerza la entereza psicológica que la preponderancia técnico-estratégica.


Imágenes: FIDE


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