La quinta raza

Racismo, brutalidad, nueva esclavitud más las diversas formas de genocidio que caracterizan el presente son tan devastadores como inocultables en Occidente y el mundo.

Por Jorgelina Áster para Noticias la Insuperable ·

¡Ojalá no me tocara vivir a mi vez entre los hombres de la quinta raza! ¡O muerto antes, o
nacido después! 
Hesíodo

Esta tercera década del siglo deja claro, en su devenir, caos e incertidumbres, que la Modernidad líquida de Bauman, Los bárbaros de Alessandro Baricco y la Psicopolítica de Byung-Chul Han, entre tantos otros análisis o reflexiones, han envejecido irremediablemente en pocos años: hoy por hoy se parecen a cuentos de hadas con alguna pincelada, aquí y allá, de lucidez realista cercana al eufemismo.

Nuestro presente, que algunos teóricos denominan tardomodernidad o modernidad tardía, acentúa minuto a minuto la concentración de la riqueza que margina a millones y condena a otros tantos a la incertidumbre y precariedad. Pero, en contraste, se debaten los alcances de una inteligencia artificial en vertiginoso desarrollo gracias a inversiones gigantescas.

Guerras, genocidios y amenaza nuclear están en la agenda del horror y en la de los temores fundados, máxime cuando se presume que la IA podría tomar el control de la violencia planificada o el exterminio selectivo con un automatismo análogo al que rige desde hace décadas en el orbe financiero.

Nadie sabe, además, cómo denominar a los extremismos que en progresión geométrica van adueñándose de la política –si es que esta aún existe- y de la gobernanza del mundo. La muerte del acuerdo democrático como valor innegociable de Occidente es un hecho y hablar de neofascismo o neonazismo parece poco, además de inactual e históricamente inexacto.

Entre esclavos digitales, desposeídos y menesterosos crece la competencia feroz por las migajas. Persiste cierta ilusión meritocrática combinada con la de la supervivencia del más fuerte. Junto al racismo sin freno aflora una especie de nueva Guerra del cerdo que aquí el libertarismo traduce en desprecio a “los viejos meados”.

El desenfreno por destruir los sistemas solidarios, la salud pública y la protección del estado a los más débiles se ha vuelto obsesiva: la aporofobia  tiene la mejor prensa y una remozada concepción espartana margina a discapacitados e indefensos.

Abarcar la totalidad de este panorama siniestro parecería haberse vuelto una misión intelectual imposible. Aportes como los de Graeber, Varoufakis y Bifo Berardi –por tomar algunos provenientes de distintas disciplinas del pensamiento- resultan esclarecedores en ciertos aspectos pero, por otro lado, acrecientan la inquietud y la idea de haber arribado a un callejón sin salida, a las puertas de la extinción.

Tal vez haya que remontar casi tres milenios para encontrarse con una respuesta mítica y poética que parece ajustada a las inquietudes actuales aunque, eso sí,  de manera no muy halagüeña para los pocos esperanzados que todavía quedan: la de Hesíodo.

Para cerrar, transcribimos el pasaje de Trabajos y días que comienza con las palabras del epígrafe que elegimos para introducir este breve artículo.

“Ojalá no me tocara vivir a mi vez entre los hombres de la quinta raza! ¡O muerto antes, o nacido después! Pues ahora es la raza de Hierro. Ni de día cesarán de sufrir fatigas y miserias, ni dejarán de consumirse por la noche, en que los dioses les darán insoportables angustias. Mas, con todo, también estos verán mezclados algunos bienes con sus males. Zeus pondrá fin así mismo a esta raza de perecederos hombres: cuando nazcan con las sienes blancas. El padre no será parecido a sus hijos, ni los hijos a su padre. Ni el huésped será ya querido por el huésped, ni el amigo por su amigo, ni el hermano por su hermano, como antaño. Despreciarán a sus padres tan pronto como envejezcan. Se quejarán de ellos, profiriendo frases injuriosas  — ¡malvados!—, ni siquiera por los dioses sentirán respeto. Y a sus ancianos padres les negarán el alimento debido por haberles criado, gentes cuyo derecho es la fuerza; cada cual saqueará la ciudad de otro. Ningún valor tendrá el juramento, ni la justicia, ni el bien, y honrarán más al ejecutor de crímenes y violencias. El derecho estará en la guerra y la conciencia no existirá. Atacará el cobarde al varón valiente, hablándole con torcidas razones, a las que pondrá falso juramento. A los infelices hombres, sin excepción, los acosará la Envidia de siniestros ecos, gozadora del mal, la de odiosa faz.”


Descubre más desde Noticias La Insuperable

Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.

5 Comentarios

  1. Esta realidad (hasta la palabra parece cuento) ya no admite adjetivos. Aidos y Némesis evidentemente nos han abandonado. Y ya no hay ningún Ovidio que «Pretenda hablar de formas cambiadas en nuevas entidades»… «Qué lo parió», diría Mendieta.

    Me gusta

Deja un comentario