A dos décadas del femicidio de María Florencia Morello, el sistema judicial santafesino vuelve a quedar al desnudo: las pruebas genéticas clave se perdieron y recién ahora la fiscalía pide disculpas. La madre de la víctima, Blanca Cuatrín, denuncia abandono estatal y exige que se juzgue a los responsables políticos y judiciales. En tiempos de ajuste y desmantelamiento de políticas de género, la impunidad se vuelve política de Estado.
Por Leticia Graciani Fainel para Noticias La Insuperable

Una herida abierta
El femicidio de María Florencia Morello sigue doliendo como el primer día. Tenía 21 años, estudiaba Arquitectura y trabajaba como moza en Santa Fe para pagar sus estudios. El 1° de octubre de 2005 salió rumbo al trabajo y nunca llegó. Horas más tarde fue encontrada agonizando, brutalmente golpeada y violada. Murió cinco días después. Veinte años más tarde, el crimen sigue impune.
Pero no se trata solo de una causa sin resolver: la justicia perdió las pruebas genéticas que podían identificar al femicida. Un escándalo que exhibe la descomposición de un sistema judicial que ni siquiera logra conservar la evidencia básica.
“Me enteré por un periodista”
Blanca Cuatrín, la madre de Florencia, se enteró de la pérdida de las muestras biológicas por los medios, cuentan desde EnOrsai. Su frase —“Lo que más me dolió fue que no me avisaran, me enteré por un periodista”— debería resonar en cada despacho judicial. No hay error técnico posible que justifique semejante nivel de negligencia e indiferencia institucional.
Durante años, Blanca reclamó explicaciones. Las muestras tomadas del cuerpo y la ropa de su hija desaparecieron de los laboratorios judiciales sin rastro ni responsable. La fiscalía, recién ahora, pidió perdón.
Disculpas que no alcanzan
La Fiscal General del Ministerio Público de la Acusación (MPA), María Cecilia Vranicich, se reunió con la madre de Florencia y pidió disculpas. Prometió que el caso será reabierto. Pero veinte años después, las palabras llegan como un eco vacío. En una Argentina donde los femicidios se repiten y el presupuesto para políticas de género se recorta, el perdón sin justicia es una forma de impunidad.
El caso llegó a la Cámara de Diputados provincial: el legislador Fabián Palo Oliver presentó un pedido de informes para que el MPA detalle cómo y por qué se perdieron las pruebas, y quiénes son los funcionarios responsables. No alcanza con lamentar: hay que sancionar.
El abandono del Estado
Mientras tanto, Blanca sigue marchando. Su hija soñaba con viajar y vivir. Había sacado su pasaporte veinte días antes del crimen. Hoy, su madre lo conserva como último recuerdo. Pero no hay exilio posible frente al dolor.
La desidia estatal, en cambio, sigue intacta. Bajo el gobierno de Milei, el desmantelamiento de programas de prevención y acompañamiento en casos de violencia de género agrava el panorama. Con el cierre del Ministerio de Mujeres y los recortes a los programas provinciales y nacionales, miles de mujeres quedan sin asistencia. En este contexto, cada femicidio se convierte en una tragedia anunciada.
Justicia perdida
El femicidio de Florencia Morello no es una excepción: es la norma. Expedientes extraviados, pruebas que desaparecen, fiscales que se disculpan cuando ya no hay evidencia. La impunidad tiene estructura y nombre propio. Y tiene, sobre todo, una dirección política: la del ajuste, el abandono y la falta de perspectiva de género.
En palabras de Cuatrín, “la justicia no cuidó a mi hija ni a su memoria”. Y tiene razón. El Estado argentino le falló dos veces: cuando no la protegió y cuando destruyó las pruebas que podían condenar a su asesino.
La impunidad como política de Estado
A veinte años, el reclamo de justicia por Florencia es también el reclamo por un país distinto. Uno en el que la palabra “femicidio” no sea estadística, sino una denuncia política que obligue a actuar.
Porque mientras el gobierno recorta derechos y niega las desigualdades, las mujeres siguen siendo asesinadas en una estructura que protege a los agresores y olvida a las víctimas.
La historia de Florencia Morello es la historia de todas las que faltan. Y también la de una Justicia que, cuando más se la necesita, no está.
Descubre más desde Noticias La Insuperable
Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.
