La escena se repite con una frecuencia tan inquietante como reveladora: una avioneta cargada de cocaína se estrella en el norte argentino y recién entonces las fuerzas de seguridad actúan. Así fue en Rosario de la Frontera, Salta, donde una aeronave boliviana cayó con 364 kilos de cocaína a bordo, dando pie a una investigación que terminó con cinco detenidos. Todo ocurrió por accidente, literalmente: la avioneta no fue interceptada ni rastreada, sino que se precipitó sola al suelo.
Por Celina Fraticiangi para Noticias La Insuperable

Foto: Gendarmería Nacional
La caída que expuso la ineficiencia
Según informó el portal oficial Fiscales.gob.ar, la jueza federal de Garantías N°2 de Salta, Mariela Giménez, dictó la prisión preventiva de los dos pilotos y tres cómplices argentinos imputados por contrabando de estupefacientes. Los fiscales del caso —Eduardo Villalba, Mariana Gamba Cremaschi y Florencia Altamirano— detallaron que la aeronave, proveniente de Bolivia, ingresó ilegalmente al espacio aéreo argentino cargada de droga y se estrelló en una zona rural de Rosario de la Frontera.
Dentro del fuselaje se encontraron tres bolsones con cocaína. Al día siguiente, y gracias a los datos de los detenidos, hallaron otros 228 kilos enterrados en un campo cercano, lo que elevó el total incautado a casi 400 kilos del polvo blanco.

Foto: Gendarmería Nacional
El “control” aéreo que brilla por su ausencia
La investigación judicial fue exhaustiva, pero el trasfondo político es ineludible: ¿cómo es posible que una avioneta cruce la frontera, vuele cientos de kilómetros cargada de cocaína y nadie la detecte?
Bajo la gestión de Patricia Bullrich, el Ministerio de Seguridad insiste en el relato de la “frontera blindada”. Sin embargo, los hechos lo desmienten: el país sigue siendo un corredor aéreo para el narcotráfico, donde avionetas extranjeras entran y salen sin que el sistema radar ni las fuerzas conjuntas las intercepten.
El caso de Rosario de la Frontera no fue una excepción, sino una confirmación: si la avioneta no se estrellaba, nadie la habría visto ni detenido. No hubo seguimiento aéreo, no hubo interceptación, no hubo control: hubo una caída, humo y vecinos que alertaron a las autoridades.
Una red transnacional bajo la nariz del Estado
El fiscal general Villalba señaló que se trata de una organización transnacional, con logística terrestre y aérea, que utilizaba pistas clandestinas en Salta. Según la investigación, los tres cómplices argentinos —Mansilla, Gómez y Cuellar— esperaban en tierra la carga con un auto y una camioneta, mientras los pilotos bolivianos, Quinteros Peredo y Mercado Cuajera, eran los encargados del vuelo.
La torpeza del operativo narco fue casi cinematográfica: el avión perdió el control, golpeó al vehículo que esperaba en tierra y ambos terminaron destruidos. Los tripulantes, heridos, intentaron escapar pagando en dólares una bebida energizante en la terminal de ómnibus local, lo que delató su procedencia y provocó su arresto.
Bullrich, el marketing de la seguridad
Mientras tanto, Bullrich sigue acumulando anuncios de “éxitos” contra el narcotráfico en conferencias de prensa y posteos de redes sociales, pero la realidad marca otra cosa: el sistema de radarización argentino sigue incompleto, las fuerzas federales carecen de equipamiento y las fronteras del norte continúan siendo una puerta giratoria para el contrabando y la droga.
No hay un solo indicio de política sostenida de control aéreo. Los radares móviles están fuera de servicio buena parte del año, los aviones de patrullaje apenas despegan, y los convenios con países limítrofes se limitan a acuerdos declamativos sin resultados visibles.
Los números que incomodan
Según datos del propio Ministerio de Seguridad, las incautaciones de cocaína en frontera norte bajaron más del 30% respecto a 2023, mientras que los reportes judiciales de causas por contrabando aéreo aumentaron. Es decir: hay menos droga decomisada, pero más causas abiertas. Una ecuación que sólo se explica por falta de control y aumento del tráfico.
El operativo en Salta, más que un logro, fue una casualidad que evitó que otros cientos de kilos de cocaína siguieran camino hacia los grandes centros urbanos o, peor aún, al circuito de exportación ilegal que pasa por Rosario.
Conclusión: la frontera como zona liberada
El episodio de Rosario de la Frontera vuelve a desnudar la ficción del discurso oficial: no hay blindaje, no hay prevención, y lo que se captura ocurre, casi siempre, por azar o accidente.
Mientras Bullrich posa para las cámaras, las avionetas cargadas de droga siguen entrando. Algunas aterrizan, otras no. Pero todas cruzan un cielo donde el Estado —una vez más— mira para otro lado.
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