Premio L’Oréal–UNESCO 2025 para una científica del CONICET que creó plantas con “memoria del calor”

La investigadora argentina Gabriela Pagnussat fue distinguida por desarrollar una tecnología genética que permite que las plantas “recuerden” el calor y sobrevivan a temperaturas extremas. Su hallazgo, realizado en el CONICET, podría revolucionar la agricultura mundial en plena crisis climática.

Por Alina C. Galifante para Noticias La Insuperable

Un logro que florece en medio del cambio climático

Mientras el mundo observa cómo las olas de calor arrasan los cultivos y comprometen la seguridad alimentaria global, una científica argentina logró algo que parecía imposible: hacer que las plantas nazcan preparadas para resistir altas temperaturas.
La protagonista es Gabriela Pagnussat, investigadora del CONICET en el Instituto de Investigaciones Biológicas (IIB, CONICET–UNMDP), quien junto a su equipo desarrolló una técnica para dotarlas de lo que llamó “memoria del estrés térmico”.

El avance podría convertirse en una solución biotecnológica clave contra la pérdida de rendimiento agrícola provocada por el calentamiento global. Por esta innovación, Pagnussat recibió el Premio L’Oréal–UNESCO 2025 “Por las Mujeres en la Ciencia”, distinción que le permitirá avanzar hacia la validación de su desarrollo en cultivos de arroz y soja.


Cómo funciona la “memoria térmica” de las plantas

El proyecto de Pagnussat, titulado “Hacia cultivos resistentes a las olas de calor: Activación del factor de splicing SWAP mediante tecnología CRISPR-dCAS9”, busca crear plantas que toleren el calor sin necesidad de aclimatación previa.
El gen SWAP, activado mediante la herramienta de edición genética CRISPR-dCAS9, permite que las plantas “recuerden” un calor que nunca vivieron. En palabras de la científica, “transformamos a las plantas en organismos que nacen preparadas para el calor, con una memoria artificial que las hace resilientes desde la semilla”.

El impacto es enorme: por cada grado que aumenta la temperatura global, se pierden entre un 3% y un 10% de los cultivos, lo que equivale a más de 40 mil millones de dólares en pérdidas directas al año. El trabajo de Pagnussat apunta a revertir esa tendencia y fortalecer la soberanía alimentaria mundial.


De la muerte celular al renacer verde

El descubrimiento nació de una intuición científica. En 2012, durante un congreso en Washington DC, Pagnussat escuchó una exposición sobre cómo ciertas células tumorales humanas mueren por un mecanismo dependiente del hierro.
De regreso a su laboratorio en Mar del Plata, se preguntó si algo similar ocurría en las plantas. Así fue como su equipo —integrado por Ayelén Distéfano y Victoria Martin— descubrió que las plantas también mueren por calor a través de un proceso llamado “ferroptosis”, un tipo de muerte celular dependiente del hierro.

En 2017 publicaron el hallazgo en la Journal of Cell Biology, donde demostraron que si se inhibe ese mecanismo, las plantas sobreviven incluso a 55 grados centígrados.
Ese trabajo abrió la puerta a la tecnología que hoy permite activar el gen SWAP y generar plantas resistentes al calor sin alterar otras funciones vitales.


De laboratorio a empresa nacional

El descubrimiento derivó en la creación de una Empresa de Base Tecnológica (EBT) llamada Thermoreleaf, desde donde Pagnussat y su equipo buscan validar la tecnología en cultivos de arroz y soja y avanzar hacia su aplicación industrial.
“El hecho de que este mecanismo solo responda al calor es una ventaja —explica la científica—, porque no interfiere con el desarrollo general de la planta. Estamos ante una innovación que puede transformar la producción agrícola en un planeta cada vez más caliente”.


Una científica que eligió quedarse y sembrar futuro

Pagnussat descubrió su vocación en la adolescencia, fascinada por un taller de genética. Luego de doctorarse en Argentina, realizó un posdoctorado en la Universidad de California, Davis, y regresó al país en 2009 gracias al programa de repatriación de científicos.
Desde entonces, combina su carrera con la maternidad y la docencia, convencida de que la ciencia argentina puede liderar soluciones globales.

“Ser mujer y científica no siempre es fácil, pero cuando hay un buen equipo, todo florece”, reflexiona. Y agrega: “La innovación nace del descubrimiento básico. Necesitamos apoyo público y privado para transformar la ciencia en herramientas concretas que garanticen alimentos en un planeta en crisis”.


Ciencia nacional con impacto global

El reconocimiento internacional a Gabriela Pagnussat no solo celebra su trayectoria, sino que vuelve a poner a la ciencia argentina en la primera línea mundial de la biotecnología agrícola.
Si su tecnología logra escalar a gran escala, podría reducir las pérdidas millonarias por calor extremo y proteger la seguridad alimentaria global, demostrando que el talento nacional también puede marcar el rumbo de la innovación planetaria.

En tiempos de ajuste y desfinanciamiento científico, el logro de Pagnussat reafirma el valor estratégico del CONICET y de la investigación pública, pilares que siguen dando respuestas concretas a los desafíos del siglo XXI.



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