Por qué estudiar al Rey León

Por  en Nuestras Voces

En un contexto de ajuste y recorte en el CONICET, un trabajador explica por qué la investigación en el ámbito de las Ciencias Sociales se vuelve fundamental para la sociedad. Además, aclara: “Es que aunque te sorprenda, el CONICET es una institución recontra basada en la meritocracia”. Una polémica que logró trascender las redes sociales y el debate sobre la importancia del presupuesto destinado a investigación, ciencia y tecnología.

Acá tomo el desafío de explicar por qué la investigación del CONICET sobre “El Rey León” no es un robo, así no caés en la trampa y te ahorrás repetir algo que quizás no conocías. Ah, soy investigador ahí también; trabajo en nanotecnología y cáncer.

También te cuento que no tengo relación con la Dra. Alejandra Martínez, la investigadora en cuestión. Jamás hablé con ella ni nada. Ni estoy en horario de trabajo ahora. Es la una de la mañana y voy a darle “enter” a esto por la mañana.

Todo esto empezó por esta nota/tweet poco feliz de Bracesco, lanzada cuando gran parte de los científicos expresamos nuestra preocupación por los recortes anunciados para la ciencia y la tecnología. El Rey León fue uno de sus caballitos de batalla.

Las 20 peores ‘investigaciones científicas’ del Conicet https://www.lainternetonline.com/ultimo-momento/las-20-peores-investigaciones-cientificas-del-conicet/#.WFq8AGFCytw.twitter 

Las 20 peores “investigaciones científicas” del Conicet

Lentamente y sin pausa, el Conicet pasó de ser una de las instituciones más respetadas del país a una cueva de ladrones. Amparados en el trabajo de verdadero

lainternetonline.com

Claro, tenés una idea de que la Ciencia la hacen tipos con microscopios, y por eso te escandalizaste ya que cuando escuchaste que alguien investigaba la película El Rey León, no te pareció nada serio. Veamos la diferencia entre el científico y el cinéfilo.

Arranquemos por lo que vos y yo, que no somos sociólogos, vimos cuando vimos el Rey León, y lo que sabemos comentar con nuestra única herramienta para ello: El sentido común. Esta es una captura de Film Affinity, un sitio para comentar pelis. A Jack Bauer le encantó. Parece que la vio en España. Recuerda que la gente estaba muy ansiosa por verla, y que la película era muy conmovedora. Le gustó la música. El doblaje también. Señala que casi todo el mundo vio esta película. Esto no fue ni más ni menos que una buena descripción no científica de la película. Rescatemos esta data de ahí: la vio toda una generación que tenía gran expectativa de verla, y se conmovió con ella. En todo el mundo.

Con estos últimos datos rescatados, ya no parece un asunto tan vacío analizar algo que vio toda la infancia de cierta década y que le llegó mucho al corazón ¿no? Pasemos ahora a ver qué vio Alejandra Martínez allí. Antes, buscamos sobre ella un poco ¿Dónde? En el buscador del sitio del CONICET. No hay secretos ni tramoyas encubiertas: todas nuestras investigaciones aparecen listadas en una base de datos pública. Está muy bien eso.

Podemos empezar a hablar con más precisión ahora.  Ahí ya vemos que Martínez no es una “becaria” que recibe “un subsidio” para estudiar. Es doctora, y es investigadora de carrera, grado adjunto (en un rato les cuento cómo se llega a eso). Su tema de estudio es, como habrán visto, “Regulaciones sociales y medios de comunicación – un estudio de las representaciones de género y familia en productos culturales orientados a niñas y niños”. No es crítica de cine pochocloopinóloga de Netflix.

Es decir, es una posgraduada en sociología que dedicó no menos de 10 años a formarse y especializarse, y labura estudiando cómo se muestran las cuestiones de género y de familia en productos infantiles. No parece nada trivial estudiar qué mensajes les llegan a los más chicos a través del bombardeo mediático al que están expuestos sobre qué es una familia “normal”, qué cosas hacen “normalmente” los varones y cuáles las nenas.

Es bastante prolífica, no pude meter en una pantalla toda su lista de artículos científicos. Los artículos científicos se publican luego de que revisores, generalmente internacionales que no saben a quién están evaluando, aprueban la calidad del trabajo. Así fue que me decidí a buscar en particular, su paper sobre El Rey León. Lo encontré. Es un trabajo que, pese a no ser de mi área, como científico conocedor de los métodos de las ciencias sociales, no dudo en calificar de científico.

Nomás en la introducción ya queda claro que su trabajo NO consiste en mirar El Rey León para subir sus impresiones a Film Affinity. Analiza “las representaciones de género, raza, clase, nacionalidad…”, y también explica por qué cree que es importante eso.

Por si no leyeron, dice que esas representaciones vistas una y otra vez a una edad donde todavía no tenés elementos críticos, te transmiten categorías y valoraciones que luego se aplican en la vida cotidiana. Son “máquinas de enseñar”. ¿Va pareciendo cada vez una cuestión menos trivial, no? ¿Viste las citas entre paréntesis, además? Claro, en ciencia no podés dar por sentado nada “no chequeable”. Vayamos al hueso; tras la introducción viene la parte más jugosa de todo paper. De este muy interesante trabajo, pongo a modo de ejemplo esta página, para entender qué pudo ver Alejandra  Martínez, que a Jack Bauer de Film Affinity se le haya escapado:

¡Esto es fascinante! Para doblar a personajes marginales, que en la versión original los hacen actores negros, en la versión española le ponen acento mexicano a esos mismos personajes. Fijate la deducción que sigue a eso: La hiena no tenía que corresponderse con “un descendiente africano” sino con… ¡un inmigrante pobre! Ese estudio cinematográfico que cuida tanto detalle, decidió eso. Transmitió un mensaje. (Acordate que a Jack le pareció genial el doblaje, precisamente).

¿Cómo podría alguien en su sano juicio decir que “sobra” una investigadora que pretende llamar la atención sobre el contenido de la obra que más impactó en toda una generación a una edad en la que “se absorbe todo”, obra en la que el marginal habla con acento? El paper sigue y es realmente bueno e interesante. Y la verdad es que no me encontré en la red a una sola persona de las que critica que el CONICET haya financiado esa investigación, que lo haya leído.

Gracias a aportes como este es que un Estado puede decidir que producir una alternativa audiovisual para los más chicos no es algo que esté “de más” porque total “ya está Disney y es re lindo”, sino que puede ayudar a proveer otras representaciones.

Veamos cómo está Alejandra Martínez ahí. Para ser investigadora adjunta debió tener un dictamen favorable en el pedido de promoción de categoría. Para ello debió tener al menos 2 años de trayectoria meritoria como investigadora asistente. Para entrar a Carrera debió probar antecedentes de sobra durante su posgrado: alta cantidad de trabajos publicados (ya vimos que los tiene) en publicaciones de alta calidad (en base a índices internacionales que se publican cada año). Ninguna de esas evaluaciones las hacía “Cristina”, ni “un amigo de Cristina”, ni “La Cámpora”. Tampoco hay manera de que así ocurriera. Te explico por qué: aunque te sorprenda, el CONICET es una institución recontra basada en la meritocracia.

A la etapa doctoral entrás si tenés un promedio de los más altos de tu carrera de grado, un director de trayectoria importante que te acepte, y un plan de trabajo que las Comisiones evalúen coherente, de calidad y cumplimentable. Esas Comisiones no son “un par de amigos”, cada una (hay una por área) está integrada por más de 10 investigadores, los cuales ni de casualidad son todos del mismo color político. Son gente de alto escalafón que está hace décadas.

Si la Comisión Asesora acepta tu postulación (ascenso, informe anual o proyecto, entre otros), tu pliego pasa a una segunda, llamada “Junta”, que debe ratificar el dictamen. Ahí recién esto pasa al Directorio, que vuelve a revisar todo antes de aprobar nada. No tengo idea cómo es la mecánica de admisión/selección del personal administrativo, pero el de los científicos que investigan en el CONICET, es el que acabo de describir. Por lo tanto es imposible “acomodar” a alguien ahí. Si no se entendió, sintetizo: Hay comisiones de muchos integrantes que revisan todo. Los integrantes son expertos de cada área. Anual o bianualmente nos evalúan. La evaluación se aprueba en base a índices medibles y los dictámenes son públicos.

Hay, además, un director y/o un lugar de trabajo reconocido académicamente que avala y certifica tu presentación cada vez y no se va a querer quemar. JAMÁS ocurrió que entrara un “investigador fantasma” y si ocurriese, le sería imposible perdurar.

Por último, la trayectoria del investigador es pública y verificable, está en la base de datos de acceso público, donde aparecen también los datos de sus publicaciones indexadas en las que editores privados seleccionaron los trabajos por su calidad. Es decir, si querés suponer que “sontodochorro” y que uno emite órdenes que todos acatan para que ese entre como investigador, tenés que pensar por que por ejemplo la editorial holandesa Elsevier va a aceptar sus trabajos luego de hacerlos revisar por tres expertos.

También sabiendo que los trabajos suelen ser colaborativos e internacionales, pensá si alguien en un centro de investigación prestigioso de EEUU o Japón se va a prestar a figurar como coautor de la astrónoma o del sociólogo al que llamás “ñoqui”.

Luego, sobre los otros temas de la lista de “las peores 20 investigaciones…” me fijé en más de la mitad de ellos y todos eran casos similares al que expuse antes. En algunos, la trampa fue el sesgo. ¿qué es eso?. Por ejemplo, cuando te mostraron Kirchnerismo como tema de investigación, no te contaron que hay investigaciones sobre cada una de las décadas y procesos políticos del país. Acá tenés una que estudia Yrigoyenismo ¿Es CONICET un antro radical entonces? No.

Ahora que ya entendiste lo de El Rey León quizás no te parezca ya TAN estúpido analizar a Arjona o a la Cumbia Villera sabiendo los millones de personas que escuchan a unos u otros y los procesos de identificación y reafirmación de personalidad que analizan.

Otra trampa atroz fue la del título de la investigación sobre género y cumbia villera que en el título incluía “Se te ve la tanga”. Te cuento: TODOS los científicos de todas las áreas meten títulos graciosos, en todo el mundo… Somos nerds.

Por ejemplo estos escandinavos publican sobre algo que llaman “WtF-Nano”. Seguro nadie les dijo ñoquis durante una aurora boreal porque su investigación lleva por nombre el juego de palabras “QuéCarajo-Nano”.

Y hablando de caerse la tanga, seguro te hablaron del Primer Mundo y de cómo Harvard es la universidad más prestigiosa y seria de la Tierra. Bueno, este es uno de sus investigadores de prestigio, Matthew Liebmann. ¿Sabés QUÉ estudia? Liebmann publicó hace poco desde Harvard este paper sobre la influencia de los personajes de Disney en los muñecos artesanales de los aborígenes norteamericanos entre 1930 y 1955. Imaginate si lo hacía acá, lo que le diría Brac3sc0!

Espero que este largo doble hilo te haya despejado varias dudas de una vez y para siempre, y que hayas aprendido cómo chequear que no te vendan pescado podrido. Me fui a dormir. Gracias por llegar hasta acá. Perdón por la longitud.

EXTRA: Ahí acabo de ver que Alejandra Martínez tiene un posdoctorado en Illinois con beca Fullbright. Para todos los que dijeron “sí, pero esa mina…”. no se sigan lastimando.

Este es el Hilo 2, acá te dejo el link del Hilo 1 https://twitter.com/jorgenomefui/status/960840058835226624  donde vimos por qué la investigación de El Rey León es buena. Si ya lo leíste, seguí p/abajo en este nuevo hilo p/ver cómo se garantiza la calidad del CONICET, y más

*@jorgenomefui es científico del CONICET y docente.

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