La conferencia de prensa que brindó esta tarde el Jefe de Gabinete se convirtió en una reunión de amigos con micrófonos. Una peña musical para oídos complacientes, plena de lamentos desafinados y guitarreo antipopulista, pro FMI.

Por la redacción de Noticias La Insuperable
El latiguillo de la pesada herencia, invocada como “desastre que hemos heredado”, fue nuevamente el núcleo argumentativo de Peña Braun para justificar el momento crítico que atraviesa el país, que incluye un nuevo capítulo de subordinación al FMI. En torno a esta justificación agrupó cuestiones tan disímiles como la sequía, la nueva configuración de los mercados internacionales y la vulnerabilidad por endeudamiento que enfrenta el país a raíz del modelo gradualista que la requiere.
En la exposición de Marcos Peña abundaron frases a contramano de la realidad como «Hemos podido evitar una gran crisis económica, reducir la pobreza y el desempleo», «…estos treinta meses de Gobierno fueron positivos» o «Tenemos que estar tranquilos». En la ronda de preguntas, los medios oficialistas fueron mayoría. El ministro coordinador negó cualquier vínculo de Domingo Cavallo con el gobierno y evitó dar precisiones sobre el inminente acuerdo con el Fondo Monetario.
La prédica voluntarista, que al iniciar la conferencia Marcos Peña había asegurado que no iba a ser la actitud del gobierno para comunicar los avances en el combate contra la desconfianza en el rumbo económico y la incertidumbre cambiaria, no obstante, caracterizó su discurso de principio a fin. Un hábito difícil de superar para el integrante más expuesto del clan Peña Braun, que acapara cargos públicos de jerarquía.
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