Investigadores del CONICET identificaron el sitio arqueológico más antiguo de cazadores-recolectores para el valle de Yocavil.
Por Alcides Blanco para Noticias La Insuperable

Investigadores del CONICET identificaron el sitio arqueológico más antiguo de cazadores-recolectores para el valle de Yocavil, en la Provincia de Catamarca. Comprobaron que una erupción acontecida en el Complejo Volcánico Cerro Blanco 4200 años atrás (la más importante ocurrida en los últimos cinco mil años en la Zona Volcánica Central de los Andes,) los forzó a migrar, pero después el lugar fue reocupado. El estudio se publicó en Journal of Archaeological Science: Reports.
El estudio indica que el hallazgo es infrecuente, dado que rara vez se han encontrado sitios de ocupación durante la investigación sobre las poblaciones prehistóricas de cazadores-recolectores en los valles intermontañosos andinos. Esto se debe, principalmente, a la intensa antropización del paisaje y los escasos esfuerzos de investigación.
La erupción del Complejo Volcánico Cerro Blanco en el sur de la Puna es la erupción volcánica documentada más grande del mundo en los últimos cinco mil años, y cubrió los alrededores del sitio arqueológico con una capa de ceniza de aproximadamente 1 metro de espesor.
Los investigadores, a lo largo de la secuencia estratigráfica del abrigo rocoso del Abra del Toro, hipotetizan tres momentos ocupacionales principales: dos momentos cazadores-recolectores, separados por el registro de la gran erupción volcánica, y un período agroalfarero posterior.
El sitio arqueológico de “Cueva Abra del Toro” se sitúa a 170 kilómetros de San Fernando del Valle de Catamarca y a más de tres mil metros sobre el nivel del mar en un lugar al cual solo se puede acceder tras ocho horas de caminata desde un caserío en la ruta. “Todavía no podemos precisar cuánto tiempo este sitio estuvo deshabitado tras la erupción. Hace falta una mayor cantidad de fechados radiocarbónicos para afinar estas cronologías, pero sí debió quedar en la memoria social colectiva como un lugar donde retornar”, afirma Juan Pablo Carbonelli, primer autor del estudio, arqueólogo e investigador del CONICET, en declaraciones recogidas por este organismo.
Y agrega: “Rara vez se encuentran sitios de ocupación en cuevas de poblaciones prehistóricas de cazadores-recolectores en los valles intermontañosos andinos, por eso nos alegra revelar información sobre su vida”.
Dentro de la Cueva Abra del Toro el depósito de ceniza alcanzó ochenta centímetros de altura y en zonas aledañas unos dos metros. “Pudimos establecer que fue el viento el principal agente que depositó la ceniza adentro del abrigo rocoso”, indica Carbonelli.
De la etapa previa a la erupción volcánica, el equipo de arqueología halló en la Cueva Abra del Toro herramientas de piedra, una punta de proyectil y restos de huesos de camélidos que fueron parte de su dieta. Del periodo posterior, es decir, de la población que regresó tras la catástrofe natural, Carbonelli y Carlos Belotti López de Medina, también autor del estudio e investigador del CONICET, identificaron grandes rocas de las que se extraían trozos más pequeños para confeccionar manos de moler y otros instrumentos.

“Las últimas ocupaciones de la cueva corresponden a una etapa agro-alfarera posterior. Son más ricas en cuanto a su materialidad y tecnología. Por ejemplo, manejaban la cerámica”, puntualiza Carbonelli.

A diferencia de otras regiones de Argentina, hay escasez de información sobre la vida de los cazadores-recolectores en los Andes centrales durante el Holoceno Medio (entre 8000 y 4000 años atrás) “En este sentido, nuestro trabajo permite ir armando el rompecabezas de las ocupaciones tempranas de los valles de esta región”, destaca el investigador.