La ola negra y el teatro

El gran protagonista literario del siglo reclama nuevos espacios de evolución e interés.

Por Silvina Belén para Noticias la Insuperable ·

Este primer cuarto de siglo próximo a concluir ha sido una primavera para el policial de todos los colores pero, especialmente, para la novela negra. Mucho tuvieron que ver con esta revitalización, claro está,  los escritores escandinavos y la inesperada flexibilidad de críticos profesionales y académicos otrora apegados a un concepto restrictivo de las obras que podrían aspirar a considerarse dentro de la gran literatura.

La llamada Ola Negra le inyectó al negocio editorial beneficios nada despreciables y en las bibliotecas tradicionales o digitales comenzaron a mostrarse sin vergüenza alguna ejemplares de la joyería policial. Ahora se habla de precursores, de clásicos e imprescindibles con naturalidad. Pocos –o nadie- hablan ya de géneros marginales o narrativa de arte menor. De hecho, los límites o el concepto mismo de género literario están en entredicho o, sin más, se los da por obsoletos.

Cerca de tres décadas de convivencia con este panorama llevan a pensar que los riesgos de un entusiasmo pasajero –moda, frivolidad literaria o esnobismo- podrían descartarse sin más trámite. Así las cosas, intentar ver como esta ola comienza a agitar los mares del arte dramático no parece inadecuado, aun a riesgo de recibir una bofetada didáctica de don Jorge Dubatti.

Jorge Dubatti

Aunque no carezca de importancia, dejaremos de lado los detalles del rastreo del germen del policial que muchos expertos han retrotraído hasta los trágicos del teatro griego. Ir tan lejos excede los modestos objetivos de esta nota. La idea es resaltar algunas relaciones que han ido apareciendo a través de autores, público, gestores culturales y fenómenos cercanos a nuestra experiencia literaria.

En la concepción tradicional, la presencia del diálogo en el relato significaba la aparición de un rasgo fundamental del género dramático dentro del narrativo. Y ha habido acuerdo crítico en que la maestría en la construcción de diálogos precisos y naturales, contundentemente verosímiles, en la novela negra es un indicador de maestría autoral siempre valorado.

Dentro del camino recorrido entre esta concepción tradicional y las expectativas del presente, bien podría decirse que estamos parados en la encrucijada de los géneros. Los intereses de autores clave de la Ola Negra también dan cuenta de la importancia de este aspecto.

Hening Mankell en el Teatro Nacional Avenida

Uno de ellos, pero no el único, Hening Mankell, fue hombre de teatro y novelista, creador del Inspector Wallander y también por muchos años director del Teatro Nacional Avenida de Maputo, en Mozambique. Un gran creador que repartió sus días entre la Suecia natal y su adoptiva África.

Markaris

Puede llegar a sorprender, incluso, que el griego Petros Markaris, padre del Comisario Jaritos, fuera especialista y traductor de Bertolt Brecht. “Jaritos recorre las calles de una Atenas pre y post olímpica a bordo de su Mirafiori mientras su mirada crítica y, según él mismo afirma, brechtiana, descubre una ciudad en la que imperan la corrupción, el racismo, el amiguismo y la dejadez.” (Héctor Malverde, Guía de la novela negra, 2010).

Yendo prácticamente un siglo hacia atrás, la vinculación de Faulkner  como precursor de la serie negra tiene a Santuario y, por añadidura, a Réquiem por una mujer como exponentes muchas veces citados. Un personaje en común, Temple, enlaza ambas narraciones, la última con marcada estructura dramática por el  predominio del diálogo. A propósito de su trasposición operística de Réquiem,  en 2014, el compositor Oscar Strasnoy dijo: “Claro, por eso la ópera empieza con un flashback del momento en que Temple huye de la casa. Todo tiene una atmósfera de policial y, de hecho, el policial es el drama moderno.”.

A medida que la Ola Negra fue avanzando en la narrativa contemporánea –literatura, cine, cómic, series-, también tuvo su eco en las grandes capitales y la periferia del teatro mundial, aunque se le haya dado menos difusión e importancia que al fenómeno estrictamente narrativo, a todas luces de mayor interés comercial. Ahora puede rastrearse con más claridad la abundancia de propuestas, el interés experimental y la investigación teatral en ciernes.

La incursión temática en los escenarios -que como es lógico influye en lo formal-  a través del teatro independiente mostró en un principio la inclinación a introducir algunos elementos de la serie negra  o a montar obras breves de neto corte policial.

En Argentina las primeras manifestaciones aparecieron a finales del siglo XX con obras como Criminal, de la que más abajo hablaremos, y continuaron con La escala humana, de Javier Daulte, Rafael Spregelburd y Alejandro Tantanian;  5438, de Walter Arosteguy, Mujer hermosa se ve por allá, de Diego Brienza, por nombrar algunas de las piezas señeras.

Tras la pandemia, receso obligado para el teatro, la actriz y dramaturga española Rosa López pudo llevar a escena Bajo el polvo, obra de su autoría. Entrevistada antes del estreno, dijo: “El hecho de que sea género negro es porque Noir Producciones (empresa impulsora del proyecto), nace para cubrir ese hueco  que, de momento, no se ve en los escenarios. Un género que tiene tantos adeptos, tantos fans, como es el género negro, por qué no colocarlo en las tablas. Sí está en la literatura, sí está en el audiovisual pero en el escenario no es tan común. Creo que hay que subsanar ese déficit.”.

El año pasado, en Código Montesco, espacio cultural-teatral de la Ciudad de Buenos Aires, con dramaturgia y dirección de Martín Arias, pudo verse Estado de Shock, un policial que contó con nutrido elenco. En el circuito comercial, Una de las cuatro, caracterizada como policial con humor que, en ambiente noventista, contó con el auxilio de la voz en off de una famosa actriz.

También en 2023, pero en Madrid, Pablo Rosal interpretó su propia obra, el unipersonal detectivesco Asesinato de un fotógrafo: “No es el objetivo único el intentar hacer un homenaje a este género sino también hay un dispositivo de esta obra que tiene que ver con la fotografía, con tener un sólo actor que hace de muchos personajes y esto es lo que hemos buscado, cómo sólo un actor y una pantalla fija puede devolvernos la magia de una historia detectivesca, siendo totalmente estático. Esto era el desafío y lo que hemos intentado conseguir.”.

Este año, en Neuquén, se representó nuevamente Criminal, comedia que ensambla el policial negro con una parodia de las prácticas psicoanalíticas. La obra de Javier Daulte es precursora: viene desde la década del noventa recibiendo el aplauso de distintas generaciones.

El tema, seguramente, pronto ganará páginas en la agenda de los amantes del teatro. Buenos Aires, como una de las grandes capitales de la dramaturgia internacional, aportará lo necesario para conocer con mayor profundidad las perspectivas de un desarrollo artístico que promete un crecimiento sostenido. Las experiencias vienen sucediendo e incrementándose desde hace décadas en el circuito independiente.


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6 Comentarios

  1. «Bernard Shaw dijo que un escritor puede tener el estilo que le dé su convicción personal. Es decir, el estilo depende de las convicciones.» (JLB) Aplaudimos de pie las de Silvina Belén en este artículo borgeano.

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