Virtualidades argentinas: por amor al trol

El ciberespacio argento es un cambalache que no cesa de acumular pasiones autodestructivas y amores no correspondidos en la vidriera más demencial del universo del bit.

Por Silvina Belén para Noticias la Insuperable ·

La Ciudad de Buenos Aires, gran metrópoli de internautas de Smartphone y ultrabook, supo ser también Meca de las clases medias: más del cincuenta por ciento de sus habitantes pertenecían al segmento en un pasado reciente aunque, a la luz de las cifras actuales, lo reciente parezca prehistórico en virtud de la sinergia ultra que forjaron Mauri y Javo en la década ganada por la extrema derecha 2.0.

El inicio de la limpieza estadística, que a paso agigantado busca la solución final, coincidió con el nacimiento de un amor a primer posteo, es decir: el embeleso del medio pelo con el trol independiente -o el de granja, en su variante pastoril-. Más que embeleso, embeleco.

Despertaba pasión el trol de fuste, un Campanita o un trol con fueros, un ex Grupo Sushi o algún notorio tuitstar. Las señoras que aporreaban teclados intuían amores falaces cuando llegaba la factura de luz o secaban al sol la yerba, pero amores son amores, se decían. Cada encuentro entre Mabeles y Bísmanes traía una copla clasemediera:

Trolcito, me hiciste mal
y sin embargo te quiero.
¿Cómo olvidar por mi mal
que fustigaste al planero?
Campanita de mi alma,
cámara de luna y cielo,
si mentás noticias falsas
no me da ningún recelo.

Y así, a lo Joaquín, entre el ajuste y la risa, Totito fugaba deprisa. Pero el amor es más fuerte. Al cambio fallido le siguió la infectadura. El trol terraplanista, el pirómano de barbijos, el runner libre y toda la crema del anarco-espiritismo se atrincheraron en la granja con canil del Javo. Y torta va, tarot viene, afloró la pasión por el ajuste infinito y los mercados culturales gramscianos.

Tuvimos, en las postrimerías del pusilánime mandato de Albertico, dolarizadores de barrio más decididos a enverdecer hasta la sopa que el ecuatoriano Jamil Mahuad y su ministro Barba juntos. La dinamita para el Central explotaba en X a cada instante. Raúl no veía la hora de encontrarse con su salario convertido de excremento a moneda dura por obra y gracia del libertarismo en ciernes.

Mabel explicaba en FB que la victoria en la alquimia verde no dependía de la cifra del emolumento sino de las fuerzas del cielo. Y la alquimia no terminaba ahí: el opus nigrum también funcionaría con pecadores denunciados por el Javo: quien, por ejemplo, se hubiese fumado quince mil palos en divisas sería el futuro santo llamado a evitar la inflación de quince mil por ciento. Negro o nigrum el quince mil, entonces, para el Toto, antiguo pecador de timba, BCRA y mesa dineraria.

Y así, a lo señora Bisman, ya tenemos sobre las cartas la mesa. La mesa empobrecida ahora, no la de dinero. Pero qué importa, mientras haya insulto libre en el éter la vida digital será una fiesta, como el París de antaño y nuestra futura Irlanda.

Los me gusta del gordo son banquete; los del vocero, postre de fin de cena. Fumigar ratas, humillar zurdos, apalear jubilados desde el teclado son tareas que reclama el mercado derecho, perfecto y humano.

A no olvidar, señores, señoras, la enseñanza de nuestro único prócer riojano: si estamos mal es porque vamos bien. ¿Qué importa que la clase media en 2023 fuera el 43 % de la población del país y este año sea del 35 %? ¿Qué importa que la de CABA hubiese sido del  52 % cuando ganó la reposera y ahora orille el 37 %? ¡Minucias! ¡Festejemos en posteos floridos, con lilas y todo, las bajas que importan! ¡Abajo Riesgo País, abajo dólar! Gracias trolcitos de amor por guiarnos como supo hacerlo el flautista de Hamelín.



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