Por qué Auschwitz fue en Auschwitz

Auschwitz-Birkenau fue el mayor campo de exterminio en la época nazi. 

Auschwitz, en enero de 1945.
Imagen: AFP

Oświęcim es una localidad polaca, con cerca de 10.000 habitantes, la cual fue ocupada el ejército alemán en 1939, y luego la anexionó y rebautizó como Auschwitz. En esa zona, los nacionalsocialistas erigieron a partir de 1941 el mayor campo alemán de exterminio, el de Auschwitz-Birkenau.

Está probado que, en este lugar, los nazis asesinaron hasta fines de enero de 1945 a por lo menos 1,1 millones de personas, en su mayoría judíos. Pero también a romaníes, sintis, y miembros de otras minorías, señala el periodista de DW Christoph Strack.

¿Por qué allí? ¿Por qué Auschwitz? «El lugar fue elegido porque, desde el punto de vista del transporte, está ubicado en el centro de Europa, y podían llegar allí los trenes con deportados. Eran también consideraciones logísticas”, indica Christoph Heubner, vicepresidente del Comité Internacional de Auschwitz (IAK), en entrevista con DW.

La contabilidad de la muerte

Razones logísticas. Querían que fuera algo rápido y que abarcara la mayor cantidad posible de personas. Los asesinos eran diestros en planificar, en asesinar masivamente, en llevar la contabilidad de la muerte.

El asesinato masivo de diversos grupos de personas, cometido por alemanes, ya había comenzado antes. Poco después del ataque alemán contra Polonia hubo en el este de Europa numerosos fusilamientos colectivos. También esos crímenes están bien documentados.

Cuando la Alemania de Hitler y sus ejércitos se extendieron por gran parte de Europa, planearon hacer desaparecer por completo a los judíos. Con ese fin, se realizó el 22 de enero de 1942 una conferencia en una casona junto al Wansee, que era una casa de huéspedes de la policía y las SS, al oeste de Berlín.

15 hombres del régimen se reunieron durante hora y media para discutir y perfeccionar la organización del asesinato de los judíos europeos. Uno de ellos, Rudolf Lange, comandante de una unidad de las SS, había mandado asesinar el día antes a más de 900 judíos en las cercanías de Riga, antes de viajar a Berlín.

Quien hoy visita el memorial de la «Casa de la Conferencia de Wannsee” y lee el único protocolo de lo dicho en esos 90 minutos, no encuentra en ninguna parte las palabras «asesinato” ni «matar”. Sólo se habla de «solución final”. Todos los implicados sabían lo que significaba. Se planeaba levantar otro campo de exterminio. Desde marzo de 1942, trenes llevaron deportados desde diversas partes de Europa hacia los campos de la muerte en la Polonia ocupada. Los judíos debían «desaparecer”.

El ferrocarril de la muerte

Auschwitz comenzaba, en el fondo, en muchos andenes de Alemania y Europa. El campo de exterminio de Auschwitz-Birkenau tenía su propia línea férrea. Al bajarse de los trenes, los prisioneros eran llevados a la denominada «rampa”, desde donde muchos pasaban directamente a las cámaras de gas. Otros eran internados primero en el campo de concentración, donde eran forzados a trabajar.

En varias ciudades de Alemania, como Colonia, Stuttgart y Hamburgo, hay lugares que recuerdan las deportaciones hacia la muerte. Muy conocido es el memorial del «Andén 17”, en la estación del barrio berlinés de Grunewald. Lo visitan siempre políticos y delegaciones de Israel. De esa estación salieron unos 35 trenes, con 17.000 judíos, rumbo hacia Auschwitz-Birkenau.

También fueron llevados allí y a otros campos de concentración, por ferrocarril, judías y judíos de numerosos países europeos, como Francia, Bélgica, Países Bajos, Italia, Hungría, Grecia y otros de la región balcánica.

Quien alli estuvo es Anita Lasker-Wallfisch, de Breslavia, la cual cumplirá 100 años en julio de 2025. Siendo niña, llegó en tren a Auschwitz y sobrevivió gracias a la suerte y a que tocaba el violonchelo y se la integró a la orquesta de chicas.

Estuvo allí desde diciembre de 1943 hasta noviembre de 1944, y luego fue trasladada al campo de concentración de Bergen Belsen. En 2018, relató en un acto llevado a cabo en el Bundestag en memoria de las víctimas del nacionalsocialismo: «Cuando no se iba directamente a las cámaras de gas al llegar, tampoco se sobrevivía mucho en Auschwitz; máximo tres meses”. Tocar un instrumento musical le dio la oportunidad de seguir con vida.

«Los transportes eran muy numerosos y a veces el crematorio V no daba abasto para toda la gente que había llegado”, contó Anita Lasker-Wallfisch.

«Aquellos que no tenía cabida en las cámaras de gas, eran asesinados a tiros. En muchos casos lanzaron a gente viva a las fosas ardientes. También vi eso. Auschwitz-Birkenau era una máquina de matar. Con hornos industriales».

Anteojos y cabellos humanos

Quien visita hoy el memorial y su museo, enmudece de horror.  Por montones se apilan anteojos, cabellos humanos, y hay grandes vitrinas con prótesis o pertenencias de las víctimas. Dan testimonio del crimen.

El 27 de enero de 1945, soldados del Ejército Rojo de la URSS llegaron al campo de concentración. Christoph Heubner, que ha acompañado a muchos supervivientes, resume así sus relatos: «Fue un momento de absoluta parálisis. Los libertadores, jóvenes soldados de la Unión Soviética, estaban ante los portones de Auschwitz y no daban crédito a sus ojos. Ya habían visto muchas cosas, pero no lo que vieron allí: muertos caminando. Solo al ver sus rostros y sus ojos, comprendían: esos esqueletos están vivos”.

Soldados soviéticos vieron un horror inimaginable al llegar a Auschwitz.
Imagen: akg-images/picture alliance

Absolutamente «inhumano»

Quienes estuvieron prisioneros en Auschwitz, conservaron el número que les habían tatuado los nazis en el brazo. Lo increíblemente inhumano de ese lugar no los dejaba en paz. «Los crímenes inimaginables cometidos contra inocentes salieron poco a poco a la luz pública. Las dimensiones de la catástrofe eran inconcebibles”, dijo Anita Lasker-Wallfisch en 2018, en el Parlamento alemán.

«Era el escenario de un crimen organizado por el Estado”, afirma Heubner. «El crimen consistió en crear una maquinaria industrial para matar personas”. Pasaron décadas hasta que Alemania se empezó a enfrentar los horrores de Auschwitz. Ahora ya solo viven los últimos testigos.


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1 comentario

  1. En consonancia con esta nota, Elina Malamud, en su nota en el matutino PAGINA12 de la fecha, INVIERNO DEL 45; bien vale destacar el tiempo que le toca al mundo. Y hoy, la Argentina no esta exenta claramente. Pasen y lean:

    «Me cuesta salirme de mi caprichosa costumbre de andarme con circunloquios, rondando sin nombrar, pero hoy quiero escrachar derecho viejo a Elon Musk, tal como lo vi, estirando todo su brazo derecho pa’lante y p’atrás después de palmotearse el corazón, en claro clamor nazi-fascista, homologado por su apoyo confeso al partido neonazi Alternativa para Alemania. Elon Musk es el dueño desregulado de las verdades o mentiras que se instalarán en las conciencias o inconciencias de miles de millones de seres humanos que votarán y/o portarán armas y es también el patrocinador de la pista resbalosa por la que nuestro presidente avanzará, tuiteo en ristre, contra el fantasma del comunismo soviético del siglo pasado.«

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