Gatos

¿Cómo llegó el gato a revertir la imagen negativa que lo acosó durante siglos hasta tener en el actual su Siglo de Oro?

Por Alfonsina Madry para Noticias La Insuperable

La pregunta del epígrafe está más ligada a mitos que a realidades. Es cierto que muchas supersticiones demonizaban a los gatos y que unas cuantas, a pesar de su actual revalorización doméstica, han llegado hasta nuestros días.

Pero son falsas las creencias referidas a matanzas ordenadas por la iglesia en la Edad Media y que la peste negra se extendió a causa del descenso de la población gatuna por exterminio.

Al respecto, Abel G. M., especialista de National Geographic, con datos históricos y el auxilio de la investigación del Proyecto de los cinco mil años de historia del gato doméstico en Europa Central, afirma que “La realidad, sin embargo, es muy distinta: ningún papa ordenó el exterminio de los gatos y, según un estudio reciente, el número de gatos se mantuvo estable e incluso pudo crecer durante aquella época.”

Aunque su historia varía según regiones o épocas, y en algunos periodos resulta fascinante, casi siempre su popularidad fue más intensa que la influencia de sus detractores o la incidencia de la superstición.

Blasón oficial de Ellesmere Port y Neston Borough, Cheshire, Inglaterra

Su reinando en oriente desde la antigüedad es conocido, pero en occidente aún prevalece el claroscuro que propiciaron falsas creencias como la referida más arriba o las amplificaciones de sucesos concretos en verdad no generalizables ni  extendidos. Uno de ellos, del siglo XVIII, “La gran matanza de gatos”, analizado por el estudioso de la cultura Robert Darnton, sirve como ejemplo.

Los ritos violentos de los artesanos franceses de aquella época registran «El suceso más divertido en la imprenta de Jacques Vincent -según atestiguó un obrero- fue una matanza tumultuosa de gatos.», un acontecimiento propio de crueles prácticas de un gremio que no se centraban especialmente en los gatos ni se extendían a las costumbres de la población, se amplificó e incidió falsamente en la imagen de las relaciones entre los habitantes de Francia y los gatos.

En general, el XVIII es un siglo en el que pueden hallarse contrastes: a la superstición que condenaba al gato negro en ciertos lugares –se dice que en Francia Luis XIII, ya en el siglo XVII, la había combatido- en otros se le oponían las contrarias. Los escoceses, sin ir más lejos, creían y creen que  un gato negro en el portal de una casa es signo de bonanza y prosperidad.

Como señala S. Belén, un furor, “conocido como fiebre o locura del gin —Gin Craze—, se dio en Inglaterra durante al menos tres décadas de la primera mitad del siglo XVIII”, fue el origen del primer personaje relacionado con la codiciada bebida: un gato; “La tradición oral ha llevado a identificar al felino con un tipo de ginebra, la Old Tom, que durante un periodo [el de la prohibición] de esos años de desenfreno se vendió clandestinamente de manera muy particular.”.

Los mejor para el gato, sin embargo, llega a fines del siglo XIX -de la mano del cartel publicitario y de la iconografía de la bohemia- y crece en el XX. El cabaret parisino Le Chat Noir, fundado por Rodolphe Salis en 1881, fue lugar de referencia artística  e icono de la creativa bohème.

Je cherche fortune,
Autour du Chat Noir,
Au clair de la lune,
A Montmartre!

Aristide Bruant

Por su parte, el cartel publicitario se alzaba como símbolo de modernidad. La imagen del gato era protagonista en buena parte de las campañas publicitarias. Muchas firmas comerciales se inclinaban por tener al gato junto a sus productos. Nestlé estuvo entre ellas.

William True. Nestlé’s Swiss Milk, circa 1901

En 2014, la muestra de la colección de arte moderno del Museu Nacional de Catalunya montó una Sala de carteles modernistas en la que pudo apreciarse el protagonismo felino. Francesc Quílez, del Gabinet de Dibuixos i Gravats del museo, dijo en esa oportunidad:

 “Durante este período, el cartel utilizó con frecuencia la imagen del gato para muchas campañas publicitarias. Considerado uno de los animales domésticos por antonomasia, adquirió un gran protagonismo, ya fuera porque despertaba un sentimiento de simpatía muy generalizado o porque pasó a ser considerado, especialmente el de color negro, un referente de la modernidad artística.”

Y ya que estamos en Catalunya, digamos que la cervecería Els Quatre Gats, inaugurada en 1897, fue otro de los lugares de encuentro de intelectuales y artistas. El Modernismo vibraba allí. Pere Romeu, que había sido empleado de Le Chat Noir en París, abrió en Barcelona este bar aprovechando la exitosa idea de Salis.

Fueron habitués Santiago Rusiñol, Ramón Casas, Ricard Opisso, Antoni Gaudí, Enrique Granados, Isaac Albéniz y Lluís Millet. El joven Pablo Picasso realizó su primera exposición en el seno de Los cuatro gatos.

Así el gato se convirtió en símbolo de la cultura moderna europea y se proyectó al mundo con nuevos blasones que refrescaban los que desde la antigüedad había cosechado en oriente. La comunidad artística lo puso en el pedestal que hoy sigue ocupando: desde Borges, Cortázar, Silvia Molloy, Soriano y Mauricio Kartun, en Argentina, hasta artistas de norte y sur del planeta, le han dado a sus gatos tanto protagonismo como a sus personajes más logrados.


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