La 43ª Olimpíada de Ajedrez dejó algunas perlas de creatividad que ornamentaron el certamen disputado en Georgia. La del Rey nómada fue una de ellas.
Por Rodrigo Bisbal para Noticias La Insuperable ·
Pasaron las Olimpíadas y además de la alegría de chinos y chinas exultantes en los festejos ─indiscutidos ganadores de los dos circuitos─ dejaron partidas memorables, como suele suceder cada dos años sin importar quién haya sido el ganador del certamen internacional más esperado por la afición. No quiere decir esto que las figuras del ajedrez de la China carezcan de producciones brillantes generadas en Batumi. Todo lo contrario. Sería suficiente con mirar esta partida entre Ding Liren y Jan-Krzysztof Duda para convencerse. Además, lo cierto es que vale la pena.
Sin perjuicio del merecido protagonismo de los orientales en Georgia, una brillantez que llamó la atención en la séptima ronda olímpica vino del lado de Suecia a través de Tiger Hillarp Persson. En esa instancia el jugador sueco estaba al cuidado del Rey blanco justamente cuando al monarca le dio una ataque de claustrofobia. Respetuoso de las jerarquías, Persson decidió secundarlo en un paseo que concluyó felizmente en la lejana casilla h6, muy a pesar de Tomas Laurusas.
El comienzo no despertó sospechas. Para nada. Llevaba a suponer que se trataba de una de esas partidas que terminaría archivada, sin pena ni mayores glorias, entre las del montón: 1. Nf3 d5 2. g3 Nf6 3. Bg2 g6 4. c4 c6 5. b3 Bg7 6. Bb2 O-O 7. O-O a5 8. Nc3

En contraste, el medio juego se iba tornando prometedor porque Tiger H. Persson empezaba a insinuar su voluntad invasiva. Pero sin exageraciones, claro: … Ne4 9. Na4 Bxb2 10. Nxb2 Nd7 11. d3 Nef6 12. d4 b6 13. Rc1 Bb7 14. Nd3 Rc8 15. Nfe5 Nxe5 16. dxe5 Nd7 17. Qd2 dxc4 18. Rxc4 Nxe5 19. Rh4 h5 20. Rd1 Nxd3 21. Qh6 Qd6 22. Rxd3 Qf6
Para escarmiento de los más rancios escépticos, sin embargo, como diría cierto mandatario tristemente célebre por su burda e insufrible manera de emular a Poncio Pilato en el arte de lavarse las manos, «pasaron cosas«: 23. Be4 Ba6 24. Re3 Qg7 25. Qg5 Rcd8 26. Qxe7 Rd1+ 27. Kg2 Qa1 28. Bxc6 Rg1+ 29. Kf3 Qf1 30. Kf4 Qxf2+
Ante la reacción de Laurusas ─traducida en acoso contra-ofensivo─, el Rey blanco sufrió claustrofobia de enroque y se lanzó a campo abierto para oxigenarse y, de paso, dar una manito en la vanguardia ofensiva. 31. Kg5 Kg7 32. Rf4 Qxh2 33. Qf6+ Kh7
La insolencia de Tomas Laurusas soliviantó a Persson que, sin más trámite, ofreció un sacrificio de dama que el lituano, ya con los pelos de punta, no pudo aceptar. El sueco no estaba dispuesto a que ninguna falta de respeto a su monarca le ensombreciera el justo protagonismo de súbdito audaz y creativo. Por eso pasaron cosas terribles para el todavía incrédulo responsable de las piezas negras: 34. Qxg6+ Kh8 35. Kh6

Después de 35. Kh6 Laurusas no tuvo más remedio que aceptar su destino de oscuro partenaire y, a regañadientes, abandonar a las puertas del inevitable mate amargo.
Por más que esta partida despierte la ineludible evocación de aquella tan singular que en Tilburg (1991) protagonizó Nigel Short frente a Timman, lo más justo es señalar que las diferencias la hacen esencialmente distinta y, si se quiere entrar al mundillo de las odiosas comparaciones, mucho más dinámica y emocionante. Para algunos nostálgicos tal vez se acerque a ese romanticismo perdido en la noche oscura del alma de los torneos magistrales, con perdón de San Juan de la Cruz.
En el terreno de la formalidad, los responsables de otorgar los premios en la organización de la 43ª Olimpíada de Ajedrez dijeron algo que en castellano sonaría más o menos así: «En la sección abierta, Tiger Hillarp Persson, de Suecia, es el ganador con un juego de ataque realmente brillante que incluyó una maniobra de Rey impresionante y rara vez vista.».