Roja a Magnus Carlsen

El jugador noruego desafía a la Federación Internacional y genera un conflicto rayano en la ridiculez.

Por Carolina Príncipe para Noticias la Insuperable ·

El árbitro principal del FIDE Open World Rapid Championships 2024, Alex Holowczak, le mostró la tarjeta roja a Magnus Carlsen por negarse a respetar el código de vestimenta del torneo en calidad de reincidente: ya había sido multado previamente por la misma inconducta.

FIDE abrió el paraguas y emitió un comunicado: “El Sr. Magnus Carlsen violó el código al usar pantalones vaqueros, algo que está explícitamente prohibido. El árbitro principal le informó de la infracción y le solicitó que se cambiara de atuendo. Lamentablemente, Carlsen se negó y, como resultado, no fue emparejado para la novena ronda. Esta decisión se tomó de manera imparcial y se aplica por igual a todos los jugadores”.

Emil Sutovsky

La ridícula situación fue más tarde suavizada con los paños fríos de Emil Sutovsky, que ostenta el rimbombante y oneroso –para los afiliados- cargo de CEO de la Federación Internacional. Aclaró que Carlsen no fue expulsado, sino que simplemente no fue emparejado en la novena ronda. Dijo que Magnus podría haberse incorporado luego si hubiese querido. “Nunca quisimos que esto explotara, pero apoyo plenamente la decisión del árbitro principal, Alex Holowczak”, remató en tono conciliador pero sin comprometer al bueno de Alex, frustrado modisto exiliado en el arbitraje.

El petulante número uno del ranking FIDE, naturalmente, no se abstuvo de hacer declaraciones picantes: “Francamente, soy ya demasiado viejo para preocuparme en exceso. Si eso es lo que quieren, me iré a algún lugar donde el tiempo sea mejor que en Nueva York.”. También había declarado “Estoy cansado de la FIDE, así que no quiero más. No quiero tener nada que ver con ellos. Lo lamento por quienes me siguen desde sus casa. Quizá mis principios sean estúpidos, pero no creo que esto sea divertido en absoluto.”.

El divo de las sesenta y cuatro casillas viene protagonizando escándalos desde hace tiempo y, para colmo, su desplante de renunciar a la defensa de la corona del mundo ya había dejado a la Federación pedaleando en el aire.

FIDE, que venía tratando con guante de seda al noruego –le había aplicado una multa de diez mil dólares por abandonar un torneo en tiempos del escandalete con Niemann, sin sancionarlo por acusar sin pruebas a un colega, y una de doscientos por no respetar el código de vestimenta-, ahora tendrá que tomar una postura menos ambigua o reconocer tácita pero abiertamente su condición de burocracia recaudatoria sin beneficio alguno para el ajedrez mundial.

El aval irrestricto a códigos de vestimenta inactuales, tolerancia selectiva, comisiones en las que con gastos y viajes pagados de sus miembros se discute el sexo de los ángeles o los alcances del talento de Akiba, presiones y molestias a jugadores y, en fin, muchas otras maravillas, dejan a la Federación internacional desde hace tiempo al borde del abismo institucional.

No es extraño, en semejante marco, que Carlsen, con vaqueros y a lo loco, aproveche para convertirse en el Marilyn de la Nueva York escaqueada a expensas de los codiciosos e impresentables burócratas. Ahora resta ver cómo seguirá la novela del  freestyle, una trama relacionada con el Ajedrez 960 con la que Magnus viene zahiriendo a Arkady y sus muchachos de Bizancio.



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