Los delitos de lesa Humanidad son imprescriptibles. Lo que no deja de ser una premisa fundamental del derecho, choca con la realidad de la lentitud de la Justicia. A lo largo de la Historia argentina hemos vivido demasiadas pruebas de genocidios, unos más cruentos que otros. Pero en su salvajismo y en su impunidad, tal vez ninguno supere al que está pronto a cumplir 70 años: “La masacre de Rincón Bomba”, que se cobró centenares de vidas en Formosa. Los ingredientes que se combinaron entonces parecen no estar tan lejanos en el tiempo: explotación laboral, abuso de autoridad, hambre, represión, encubrimiento mediático y lentitud judicial.