Travesías oníricas

Entre los mundos posibles que la literatura brinda, el de los sueños atraviesa todas las culturas.

Por Ficcional

Desde El viaje de Polifilo hasta la distopía que plantea Globótika en relación al control del acto de soñar, o desde Las diez noches de sueños de Soseki hasta el protagonismo del universo onírico en la obra del rumano Cărtărescu, son muchos los recortes que servirían para ilustrar la diversidad que caracteriza las travesías literarias que giran en torno de los sueños. A continuación presentamos uno cuyas pretensiones no van más allá de una ejemplificación con obras literarias de distintas épocas que juzgamos podrían interesar al lector de ficciones.

El Sueño de Polífilo no se editó en castellano hasta el siglo XX -edición de Pilar Pedraza (1981)-, pero se presume que fue conocido en la España de los Siglos de Oro. Se editó por primera vez en Venecia (1499, primera edición, y 1545, segunda, corregida). Posteriormente, tuvo varias ediciones en París: 1546, 1554, 1561 y 1600, a saber. El texto de Colonna «recrea el mundo antiguo, desligándolo de sus referencias históricas; imágenes y texto trabajan en este sentido combinando construcciones antiguas y modernas ubicadas en un espacio y tiempo que es otro e irreal.» (Mariana Sverlij).

En Sueños de sueños (1993), «Tabucchi se toma la licencia de fantasear con las obsesiones, traumas o deseos que intuye, deduce o sabe por un estudio bien documentado sobre las biografías de los personajes históricos que él admira. Pintores, escritores y artistas en general son víctimas de sus hipótesis oníricas, las cuales se desarrollan en estructura, escenarios y tiempo similares a como se proyectan en un sueño. Son relatos cortos, bien escritos, con toques de elegante y fecunda fantasía que descubren el lado oculto de cada protagonista. No sabemos qué tan cercana a la realidad pueda ser cada una de las teorías inventadas sobre estos personajes, pero no importa porque el lector puede disfrutar de la intención e inclusive, quedarse con un sentimiento de enigma sobre cada uno de los supuestos soñadores, dicho sentimiento sembrado gracias a la originalidad de las narraciones.» (Katia S. Buendía).

En la nouvelle Réquiem. Una alucinación (1991), «el escritor italiano Antonio Tabucchi dedica un homenaje a un país por él amado, Portugal. En este texto, escrito íntegramente en portugués, el innominado narrador-protagonista vuelve a Lisboa, no físicamente, sino en un estado de ensoñación. En su recorrido onírico se halla en lugares icónicos de la ciudad y se encuentra con los fantasmas de seres queridos que dan sentido a su alucinación.» (Maira Scordamaglia).

Diez noches de sueños (1908), de Soseki: «Son desgarradores relatos que no cuesta suponer que provienen de la pluma del autor justo después de despertar de un sueño duro y tormentoso. Fueron adaptados al cine en 2007 en la película del mismo nombre, en un impresionante despliegue audiovisual en el que se involucraron nada menos que once directores japoneses.» (Andrés JC).

La protagonista de REM, de M. Cărtărescu, hacia el final de su narración, deslinda: “Algunos sostienen que REM sería un aparato infinito, un cerebro colosal que ordena y coordina, siguiendo un determinado plan y un determinado fin, todos los sueños de los seres vivos, desde los sueños inconcebibles de la ameba y del cólquico, hasta los sueños de los hombres. […] Otros ven en REM una especie de calidoscopio en el que puedes leer simultáneamente el universo entero, con todos los detalles de cada momento de su desarrollo, desde el génesis hasta el Apocalipsis”. (Mircea Cărtărescu, «REM», en: NostalgiaMadrid, Impedimenta, 2022traducción de Marian Ochoa de Eribe).

En la novela de Guillermo Delgado Jordan, Globótika. La revolución de los sueños, «Bajo la tutela nutricia de Globótika, los seres humanos han llegado a ser, literalmente, individuos. Dedicados a sí mismos, liberados de tentaciones gregarias, convivencia, familia y relaciones inciertas, transitan una existencia segura, predecible, enclaustrados en la virtualidad de la red. Pueden elegir, incluso, qué soñar en horas de descanso. Sus únicas obligaciones son para con la organización, que les demanda un esfuerzo de trabajo mínimo. Ya no hay estados nacionales, ni política, ni ideologías; está Globótika, es suficiente.» […] «La revolución de los sueños nada tiene que ver con ilusiones forjadas en la vigilia, tampoco con fantasías o proyectos ideales. Es sólo volver a soñar libremente cuando se duerme. Un tesoro de disidencia a recuperar cuando ya se ha perdido todo.» (A. L., Ficcional).

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