Con apenas 28 años de edad, tras un accidente automovilístico, el músico de Pastoral que con su lirismo marcó a toda una generación, caía desmayado en el vacío.
Por Carlos Alberto Resurgian para Noticias La Insuperable

El 20 de mayo de 1983 Alejandro de Michele, dueño de una voz y poesía única e irrepetible, regresaba a las entrañas, retornando al vientre que lo vio nacer, para vivir entre nosotros para siempre.
Inicios
Nacido el 5 de junio de 1954, en el barrio de Liniers, conoció a Miguel Ángel Erausquin en el Colegio Nacional Nº 3 “Mariano Moreno” y allí comenzaron a tocar, a compartir canciones de una fina línea poética. Con una de ellas bajo el brazo, “Libertad Pastoral”, comenzaron a recorrer las productoras y, al poco tiempo, editaron su primer trabajo: “Pastoral”, grabado en octubre de 1973, y que sería el inicio de una de las más brillantes carreras de nuestro rock nacional. Doce canciones que iban del amor a la locura, de la muerte a la magia se sucedían con un sonido crudo, despojado y por momentos, desgarrador. “Libertad Pastoral”, “Simulacro de vida”, “Girasoles de papel” y, encabezando el lado “B”, “En el Hospicio”, se encontraban allí en estado puro.
En 1975, vendría su segundo álbum: “En el Hospicio”. El dúo apostó sabiamente a esa canción y la repitió en su segundo disco. Y se convirtió en un himno. Como “la de Fermín” de Almendra, hablaba de la locura, personificada en Luis, un amigo de Alejandro que terminó en el Borda y que le brindaría a su autor la inspiración para dos bellas canciones más: “Atrapados en el Cielo” y “Aquí Luis”.
Consagración
Su tercer álbum, “Humanos” explota por fin en la calidad de sonido que las canciones del dúo merecían. Allí participan Charly García, Oscar Moro y Pino Marrone entre otros. Asimismo, se destacaban los imponentes arreglos orquestales de Gustavo Beytelmann, que venía de trabajar con Sui Generis y fue pianista del Octeto Electrónico de Astor Piazzolla.
Potente, lírico, con ese cachetazo de realidad que significaba la canción que daba título al álbum, con la bella “Me desprendo de tu vientre” que finaliza en “De regreso a tus entrañas”, que desgranan en cada sílaba toda la poesía desgarradora de De Michele, su codeo con la locura, su abrazo al cosmos, su humilde humanidad.

En 1977 llega “Atrapados en el Cielo”, que inaugura la “moda” de los grupos argentinos de ir a grabar afuera (Brasil en este caso). Y la magia seguía presente, con incursiones en nuevos sonidos e instrumentos (allí, se puede disfrutar hasta del sonido de una gaita).
En ese año, también, sacan un «simple» con dos temas: «Mensaje Mágico» y «Reflejos del hombre», que no estarán presentes en otros discos. En la cumbre de su carrera, «Mensaje Mágico» se había convertido en la cortina musical de una publicidad de los jeans Wheel que rápidamente multiplicó sus ventas y donde la poesía de Alejandro demostró, una vez más, que nunca precisó de estribillos para convertirse en un hit.
El slogan de Wheel era «lo que vendrá», y «la magia de hoy, vendrá mañana», rezaba la canción.
Separación

Sin dejar de lado su amistad, en la cúspide de su carrera, al tope de ventas que relegaban a La Máquina de Hacer Pájaros o Crucis (por solo nombrar a un par de bandas de la época) pero agobiados por «mecenas de la farándula» que los exprimían, y con ganas de afrontar proyectos personales, Alejandro y Miguel Ángel deciden separarse.

«Cuando estábamos con el dúo nos habíamos mareado por el trabajo, los reportajes, las fotos, las giras. Entonces habíamos entrado en una relación de tipo comercial y, en la última época, habíamos dejado lo musical de lado. Yo me incliné a componer y él se dedicó a hacer los arreglos, por lo tanto no había una fusión cierta. Y humanamente estábamos un poco distraídos, supongo que ésa es la palabra«, diría, siempre un sincero Alejandro, en una nota para la revista Pelo de mayo de 1979.
Tal vez como última mueca de la productora, vino un quinto LP de Pastoral, llamado sencillamente «De Michele – Erausquin«, simple obligación de contrato.
Capitán Fantasía

Tras la separación Alejandro se pone a trabajar a full en su nuevo proyecto. Cansado del formato dúo, sentía la necesidad de explorar musicalmente. Así se reunió con Manolo Yanes en teclados, Lito Epumer en guitarra, Frank Ojstersek en bajo y Daniel Colombres en batería y formó : «Capitán Fantasía«.
Todos veinteañeros, tenía atrás historia. Lito y Frank venían de tocas en Sr. Zutano junto a Pomo Lorenzo y Juan del Barrio. Previamente Lito hizo Madre Atómica con el «Mono» Fontana y Pedro Aznar y Frank con Raúl Porchetto, Alejandro Lerner y Gustavo Bazterrica conformaron Reino de Munt. Manolo ya había estado en los escenarios como parte de la banda de Pastoral y Colombres era un niño de 18 años que la rompía y al que le esperaba un futuro brillante. Pero todo se pudrió.
«Me equivoqué» —diría Alejandro De Michele en esos tiempos— «Pensé que estaba con gente que tenía mi misma polenta y tiraba para el mismo lado. Quise hacer todo de lujo: teníamos un lugar cómodo para ensayar, pasaba a buscar a los músicos en auto, pero musicalmente todos no respondieron del mismo modo. Pensé que los que tocan jazz correctamente pueden tocar cualquier cosa bien. Me equivoqué«.
Pero no todo sería en vano. Capitán Fantasía, finalmente, resultó la simiente sobre la que vería la luz, tras un inesperado encuentro, Merlín.
Merlín
En agosto del 79, Alejandro se reúne con un músico que llegaba de Estados Unidos: Gustavo Montesano. «Cuando él llegó de Estados Unidos nos pusimos en conversaciones y pensamos en hacer algo juntos. Esto comenzó cuando decidí disolver a Capitán Fantasía. Las expectativas son muy similares. Hace unos años, Gustavo estaba haciendo una música que, para entonces, era virtuosa (me refiero a Crucis). A él lo conozco más musical que humanamente, pero coincidimos en hacer una música clara, entendible. No se trata de demostrar virtuosismo, nivel de composición o lo que sea. Cuándo charlé con Gustavo al principio, quedamos en que antes de decidir si formábamos o no el grupo, debíamos escuchar la música que estábamos componiendo individualmente. Si eran muy dispares, no podíamos hacer la chantada de formalizar un remiendo, porque nunca salen bien. Cuando escuché la música de Gustavo me pareció muy linda; no me saca de la frecuencia en la que yo estaba internamente. Estamos trabajando muy fuerte, cuidando de todos los detalles musicales, de no hacer injertos. Los temas son individuales, pero ponemos lo mejor de nosotros para que suenen como tienen que sonar, como nosotros queremos», declararía Alejandro en la Revista Pelo.

Así nació Merlín. «El nombre de la banda fue una sugerencia e idea de Alejandro que tanto a mi como a la compañía discográfica nos gustó y adoptamos inmediatamente«, nos cuenta Gustavo en una nota que le realizamos, desde Noticias La Insuperable, recordando los inicios de la formación.
Y mientras Gustavo aportó a un virtuoso tecladista que se trajo desde Estados Unidos, Roberto Villacé, Alejandro puso la base rítmica de Capitán Fantasía, con el dúo de Frank Ojstersek en bajo y Daniel Colombres en batería.
Pronto, muy pronto, la reunión se transformaría en disco, de Sazam Records, el cual produciría Oscar López y se comenzó a grabar apenas dos meses después de que Alejandro y Gustavo se decidieran a trabajar juntos. Y el resultado fue excelente; diez temas que se suceden con alternancias de ambos líderes, que combina lo sinfónico y progresivo, con una onda más folk, letras poéticas y la voz única y a toda potencia que aportaba Alejandro, toques clásicos del 4 x 4, una base potente, puntaladas del incipiente new wave y virtuosismo con gran gusto. En el medio de la grabación del disco, Gustavo Donés reemplazó a Ojstersek.
La banda duró cerca de un año. A pesar de su gran sonido, calidad y poesía (una banda única en opinión del autor de este artículo) el disco no logró la repercusión soñada. Tras algunas pocas presentaciones, se disolvió.
El regreso
Tras Merlín, Alejandro bucea entre varias cosas que nunca termina de resolver. Tiene una obra musical llamada «Federico siete vidas» a la que busca incansablemente darle forma junto a Villacé. También un proyecto solista con canciones que agrupa bajo el concepto de «Canciones para Grifana» (que era el nombre de la hija de un amigo). Y también escribe un libro (nunca publicado) que se llamaría «En el hospicio» y se centra en su relación con su fallecido amigo Luis. Finalmente su camino desembocó en un reencuentro con Miguel Ángel Erausquin y la reunión de Pastoral.
Eligiendo el mismo camino de sus orígenes, ambos integrantes volvieron a encontrarse en silencio y le dieron forma a “Generación”, un disco que sorprendió a todos con un sonido fuerte, con una batería marcada, sintetizadores y guitarras eléctricas. Pastoral se había reconvertido, se alimentó de sí mismo e iniciaba un nuevo ciclo. Lamentablemente la tragedia nos dejó a todos un gusto por lo que venía que nunca pudimos saborear.
El 20 de mayo de 1983, con apenas 28 años, tan solo 3 semanas después de un concierto memorable en Obras Sanitarias donde presentaron su nuevo sonido con músicos de la calidad del “Negro” García López, el “Pato” Loza, Juan del Barrio y Gustavo Donés, Alejandro De Michele estrelló su auto y se abrazó, eternamente, al mito.